Nuestro paso por los lagos de Letonia fue más que fugaz: de los 2.300 lagos glaciares que hay en este país visitamos sólo 5. Pero por algo se empieza. La región de Letonia donde se concentra la mayoría de los lagos se llama Latgale y está al sureste, compartiendo frontera con Rusia, Bielorrusia y Lituania.
#Curiosidad: En cada uno de los Países Bálticos hay una zona de lagos. Y se encuentra más o menos en la misma línea del norte al sur, continuando a Bielorrusia, el país de los mil lagos. Una de las explicaciones es que en esta dirección se desplazó un glaciar?
Por cierto, si quieres saber más sobre Bielorrusia, consulta nuestros posts y si te quedan dudas, pregunta. Nuestra “sabiduría viajera” de este país-heredero de la URSS es mucho más amplia que los posts escritos.

Región de lagos de Letonia: Latgale
En Letonia hay cuatro regiones históricas y culturales reconocidas por la Constitución: Kurzeme (Curlandia, NO confundir con el istmo de Curlandia en Lituania), Semgale (Semigallia), Vidzeme y Latgale (Latgallia). La región de Latgale es la que está al norte del río Daugava. Sus dos ciudades más importantes son Daugavpils y Rēzekne, con una gran minoría rusa en ambas. Al igual que en las orillas del lago Peipus (Estonia), aquí también hay muchos “Viejos Creyentes”.
#Curiosidad: Aunque Letonia es mayoritariamente luterana, en Latgale el 65% de la población es católica.
Latgale fue la única región de Letonia que los Caballeros Alemanes no pudieron conquistar. Así que Latgallia tomó un rumbo diferente al resto del país: durante toda su historia tenía relaciones territoriales y políticas con Polonia y Rusia. Además, tenía una comunidad judía muy poderosa hasta que llegaron las tropas nazis y los ejecutaron a casi todos.
#Curiosidad: El dialecto que se habla en Latgale es tan diferente del letón que algunos lo consideran un idioma diferente. Está protegido como “variedad histórica del idioma letón” por la ley.

Lagos de Letonia
En Letonia hay lagos para todos los gustos: pequeños, grandes, escondidos en los densos bosques, al lado de la carretera, etc. En verano se llenan de vida y felicidad, ya que son destinos de vacaciones más populares entre los locales. Y en invierno se convierten en unos enclaves de tranquilidad blanca salpicada de siluetas oscuras de los pescadores.
Mapa con los lugares de los que hablamos en este post:
Qué sepas que turismo de invierno en Países Bálticos no suele ir más allá de las capitales, ciudades principales y puntos más conocidos. Con que te apartes un mínimo, te arriesgas a convertirte en un “bicho raro” atrayendo la atención de los locales. Los lagos de Latgale es uno de estos destinos bálticos donde sentirse un bicho muy raro.

Lago Lubans (Lubāna(s) ezers)
En Letonia les gusta definir sus lagos con superlativos.
Algunos son los más profundos, otros – los más voluminosos por la cantidad del agua. Y el lago Lubans es simplemente el más grande de Letonia. Escondido entre los juncos, rodeado de bosques oscuros de abetos y frecuentado por más de 180 especies de aves – es un lago ideal para desconectar. En verano elige un alojamiento en sus orillas y dedícate a tomar el sol y bañarte. Y en invierno igual te gustaría unirte a los pescadores o sencillamente caminar y deslizar por el lago congelado.
Dos accesos más fáciles para turistas son los alrededores del pueblo de pescadores Idena (Īdeņa). Aquí encontrarás un centro de deportes acuáticos (en una antigua estación de bombeo) donde podrás alquilar equipo para hacer windsurf, barcos de remo y de motor, etc.
#TipViajero: En nuestro viaje por Países Bálticos en invierno solíamos fiarnos del GPS, pero no ciegamente. Había momentos, como aquí, intentando llegar al lago Lubans, cuando nos mandaba por carreteras poco transitables. Para que no tengas que dar vueltas, como nosotros, en vez del Lago Lubans, pon Ūdens Tūrisma Attīstības Centrs Bāka (Centro de deportes acuáticos). Desde P36 asegúrate de coger Rēzeknes iela.

El centro de deportes acuáticos es también es un centro de información. En verano abre todos los días y en invierno, los fines de semana y festivos. Nosotros tuvimos suerte. Un chico muy majo nos explicó todo sobre el lago y su vida. Él vive allí y procura que las tuberías del Centro no exploten. Para eso pone la calefacción todos los días. Otras sus funciones son limpiar la carretera de acceso y el parking, hacer avistamiento de aves y animales desde la torre-mirador para asegurarse de que estén bien, recoger datos meteorológicos. ¿Y en sus ratos libres? Trabaja en publicaciones científicas. ¿Qué te parece este tipo de trabajo? ¿Te quedarías una temporada en el lago Lubans?
#TipViajero: Si estás por la zona, pasa a saludarle. Estaba encantado de vernos. Supongo que en invierno está un poco aburrido. Por cierto, si te da un poco de yu-yu andar por el lago congelado, pregúntale: si te dice que es seguro, es seguro.

Lago Razna (Rāzna(s) ezers)
Seguimos con los superlativos para los lagos letones: el lago Razna es el mayor de Letonia por volumen. Se ubica en el Parque Nacional de Razna, una reserva de unos 600 km2 que incluye muchos de los lagos de Latgale. El centro de información está en Lipuski. Nosotros lo encontramos cerrado.
#Curiosidad: Muchos de los pueblos de esta zona fueron fundados por los Viejos Creyentes rusos, por lo que sus nombres tienen un aire eslavo.
Nosotros veníamos desde Rezekne, entrando por la bahía de Cornaja (Čornaja). Al principio no veíamos nada impresionante, pero con cada metro que hacíamos, las vistas se iban despejando y había más y más spots para parar e intentar interiorizar el inmenso territorio blanco.
#TipViajero: Países Bálticos en invierno es ideal para los que disfrutan de la contemplación, silencio y tranquilidad. Salvo ciudades grandes en Países Bálticos en invierno no hay demasiadas cosas que ver, sea porque están cerradas o inaccesibles en un turismo. Así que, nuestra actividad más frecuente era contemplar, sonreír tontamente y deleitarse con la soledad.

Lagos Certoks y Jazinks (Čertoks ezers; Jazinks ezers)
Dicen que en el Lago del Diablo (Čertoks Ezers) no funciona la brújula. No la teníamos y no lo pudimos comprobar, pero si estás por allí con la brújula en la mano, nos haría mucha ilusión que lo verificaras.
#LaLeyenda popular dice que en el fondo del lago vive un diablo malintencionado y por eso no funciona la brújula. Por otro lado, la explicación de los científicos es que bajo las aguas cristalinas del lago Certoks hay un meteorito magnético.

La salida para el lago está marcada desde la carretera. Y si viajas en invierno, no tendrás ningún problema de acceso, porque el quitanieves pasa muy a menudo. Mientras estábamos en el parking, nos sorprendió dos veces.
¡No tengas miedo de conducir por las carreteras invernales de los Países Bálticos! Están preparadas.
Al lado del lago Certoks, más adentro en el bosque, está el lago Jazinks – otra gema de la región de los lagos de Letonia – Latgale. En la orilla, al lado del parking, hay mesas con bancos – un lugar de picknick perfecto.

Lago de Aglona
El lugar que más nos impresionó del pueblo de Aglona no fue su lago, sino la iglesia. Cubierta de nieve, con un paisaje virgen de fondo – no nos podíamos imaginar nada más idílico en esta parte del mundo. En realidad, es una catedral de dos torres y 10 altares que se llama Basílica de la Asunción. Es una de las localidades más visitadas de toda Letonia, sobre todo, alrededor del 15 de agosto cuando se celebra la Asunción de la Virgen. Aunque al parecer las fuentes curativas perdieron sus poderes milagrosos, la gente sigue peregrinando.
Otras de las visitas curiosas en Aglona son el Museo del Pan y los dos lagos grandes entre los que se sitúa el pueblo.


Visitas curiosas en Latgale, la región de los lagos de Letonia
El lago Dridzi (Drīdzis ezers) lo llaman el Baikál letón, porque es el más profundo del país.
El pueblo Ludza es el más antiguo de Letonia (1177). Se encuentra entre dos lagos: gran lago Ludza y pequeño lago Ludza y se pueden ver las ruinas del castillo de Ludza (del 1399).
Rezekne (Rēzekne ) es una ciudad con un aire soviético muy fuerte y pocos atractivos turísticos. Pero si te gusta arquitectura de los tiempos de la URSS y las tonalidades “grises” tanto en la calle como en las caras de la gente, aquí gozarás.
Kraslava (Krāslava) es un pueblo a tan solo 6 km de Bielorrusia. Aquí encontrarás casas de madera, el castillo de los Plater (familia polaca, antigua propietaria de estos terrenos), Museo de Kraslava y un taller de cerámica.
En Slutiski (Slutiški), rodeado del Parque Natural de Daugavas Loki, hay un Museo Etnográfico en una granja, dedicado a los Viejos Creyentes. Algunos dicen que es aquí donde comenzó la tercera Atmoda (el despertar nacional letón) que llevó a la independencia de Letonia en 1991 de la URSS. El catalizador, según los contemporáneos, fue el plan del gobierno soviético de construir una central hidroeléctrica e inundar el pueblo.
Daugavpils es la segunda ciudad letona, pero poco tiene en común con Riga. Aunque el centro histórico y la fortaleza están bastante bien conservados, el aire soviético aún respira en prácticamente todos los rincones y les da un sabor agridulce. Además de visitar el centro, la fortaleza, el centro de arte, la colina de la iglesia, etc., puedes pasar por la Fábrica de munición de plomo de Daugavpils. Aunque no nos gusten las armas a muchos, aquí lo interesante es la tecnología antigua que se usa para fabricar las balas.
En nuestro segundo viaje por los Países Bálticos le dedicamos más tiempo a Daugavpils e incluso escribimos un post sobre esta curiosa ciudad. Te invitamos a leerlo.

Anécdota viajera vivida en Rezekne (Rēzekne)
Cuando viajábamos por el noreste de Estonia y Letonia, solíamos hablar entre nosotros en español. En parte, fue porque no queríamos que los locales nos entendieran o se dieran cuenta de que sabíamos ruso. Por esta zona el espíritu post-soviético está muy presente. Y no estoy hablando de la arquitectura, sino de la mentalidad. Simplemente no queríamos vernos involucrados en conversaciones amargadas, discusiones ocasionales o contestando preguntas incómodas.
Si quieres saber a qué me refiero, lee el post Etnia rusa en el norte de Estonia. También vale para describir la situación en el este de Estonia y Letonia.
Con la gente local nos comunicábamos en inglés. La mayoría no nos entendía prácticamente, y se enfadaban silenciosamente. No se enfadaban consigo mismos por no saber ningún otro idioma aparte del ruso, sino con nosotros, porque les complicábamos su rutina. Les molestábamos.
Sin embargo, en una ocasión sí que tuvimos que confesar que sabíamos ruso y… la experiencia dejó mal sabor de la boca. Era Nochebuena ortodoxa. Habíamos repostado en una gasolinera, pero a unos 30 kms Denys se dio cuenta de que no le habían cobrado. Quiso volver y pagar.
Al intentar explicar lo que pasó, en ruso, la primera reacción de la vendedora fue agresivo-defensiva. Levantó la voz contestando que no entendía que problema había, que todo estaba en orden y que qué queríamos. Tuvimos que repetir varias veces que no teníamos ninguna queja y que queríamos ayudarle, para que no le cobraran el descuadre de la caja de su sueldo. Nos miraba, sin sonreír, tensamente esperando alguna trampa y repitiendo que no tenía la culpa.
Al final conseguimos explicarnos. Nos cobró. Cuando salíamos de la gasolinera, soltó un tímido “gracias”… sin sonreír. Los clientes del bar de la gasolinera – hombres con sus botellas de cerveza en la mano – nos acompañaron con una mirada incrédula hasta la puerta. Dejaron su conversación a medias cuando la mujer subió el tono de voz con la primera “No entiendo qué queréis” y no la retomaron hasta que nos fuéramos.
No sé si desde aquel entonces se habla en el pueblo de unos “raros” que volvieron pasada una hora para pagar la gasolina, pero Denys, desde luego, se sentía muy bien. Era Nochebuena. Era el momento perfecto para intentar a hacer este mundo un poco mejor…Seguíamos nuestro viaje por el noreste de Letonia sin confesar que hablábamos ruso.

Si necesitas más info para preparar tu viaje por los Países Bálticos (también en invierno), consulta nuestro blog.
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