Alūksne es una pequeña ciudad en el noreste de Letonia, casi en la frontera con Estonia. Es pequeña, pero infinitamente acogedora. Aquí habita gente muy maja, con una amplia sonrisa, que se ilusiona rápidamente al ver que te interesa su villa. No estoy segura, pero parece que no hay muchos turistas extranjeros que pasan por Alūksne, así que sus vecinos cuidan a cada uno que llega y comparten con él todos los rincones encantadores e historias apasionantes de su cautivador Alūksne. #NosPasó.
Qué ver en Alūksne
Si llegas a Alūksne desde Gulbene, creo que sería una buena idea empezar la visita por la estación de tren de vía estrecha, el último de este tipo que aún sigue en funcionamiento en los Países Bálticos y que une Gulbene y Alūksne. Si te cuadra el horario (de 10 a 17, cerrado los L), parece que el museo que hay allí es muy entretenido (según los comentarios de Google Maps).
En Alūksne hay muchas zonas verdes, así que aprovéchalas para pasear y desconectar. Por ejemplo, en una de las orillas del lago Alūksne está el Alūksnes muižas parks con muchos senderos y algún museo. Muy cerca de este parque se encuentra el curioso museo de la Biblia (Ernst Gluck Bible museum) con el típico horario de 10 a 17 menos los D y L. Tiene muy buenos comentarios en Google, que no podemos ni confirmar ni desmentir, porque nos tocó pasar por Alūksne un lunes.
Isla del Castillo
Lo que sí podemos confirmar es que la zona de la isla del castillo es preciosa. Sí, como lo has leído. Hay ruinas de un castillo sobre una isla en el lago de Alūksne. Y esta isla se una a la tierra firme por dos puentes, uno de ellos, musical (cuando lo pisas, suena la música). En invierno, lucía un paisaje magnífico, con la silueta del castillo sobre las aguas congeladas.
Colina del Templo
Al otro lado de la isla del castillo está la Colina del Templo – otro lugar alucinante para pasear y conocer la leyendas de Alūksne. Parece que en verano una de las torres de vigilancia (Skatu tornis Tempļa kalnā) funciona. En invierno no se podía subir, por precaución. Si desde las orillas, las vistas sobre el lago Alūksne ya son maravillosas, desde la torre, de más de 10 metros, tienen que ser impresionantes.
#Curiosidad: Al lado de la torre se encuentra un cartel con las demás torres de vigilancia en Letonia. Se construían con la idea de avistar al posible enemigo. Como Letonia es bastante pequeña y hace frontera con varios países, eran muy útiles. La mayoría se encuentran en las zonas fronterizas y hoy en día se les da el uso turístico. Por cierto, allí, en ese cartel, encontramos nuestro siguiente punto de visita ajetreado. #SigueLeyendo.
Iglesias de Alūksne
No puedo decir que las iglesias de Alūksne me impresionaron, pero si te gustan, hay varias: Alūksnes ev. luteriskā baznīca, Church of Saint Boniface, Alūksnes Svētās Trijadibas pareizticīgo baznīca. Son bonitas.
Info práctica para visitar Alūksne
Hay bastantes parkings en Alūksne y en invierno no tuvimos ningún problema con huecos. Desconozco la situación en verano. Cerca del parking marcado en Google como Stāvlaukums hay una cafetería, marcada en Google como Benevilla Hotel & Cafe donde se puede ir al baño, comprar un café caliente para llevar o unas manzanas de algún paisano (muy ricas, por cierto).
Este post, inspirado en nuestra visita muy breve de Aluksne, te puede dar algunas ideas de porque visitar esta pequeña ciudad, a 30 kms de donde termina la Unión Europea. Pero si quieres saber más, la web de Aluksne es muy completa y clara. ¡Planifica tu viaje y cuéntanos qué tal!
Los alrededores de Alūksne: Dēliņkalna skatu tornis
Si te apetece un poco de aventura antes de cruzar la frontera con Estonia, puedes pasar por Dēliņkalna skatu tornis – torre de vigilancia fronteriza Dēliņkalna. Parece que hay un acceso «oficial», con parking y una senda para acercarse a la torre, pero en nuestro caso fue una experiencia que se convirtió en uno de los recuerdos más contradictorios de nuestro viaje invernal por los Países Bálticos.
No sé quién – Denys o Google Maps – nos llevó por una carretera que, en verano, sospecho, no es más que una pista local. En invierno no sabíamos si estaba asfaltada o no, porque estaba llena de nieve. Llegó un momento en el que dejó de ser despejada. En un intento de «aparcar», Denys condujo hacía abajo y… ¡ese fue un error muy grave! ¡Y mira que le decía NO bajar hasta allí! Pero ¡nunca me hace caso!
Nos quedamos atrapados, porque debajo de la nieve había… hielo… No te voy a contar todos los pensamientos que pasaron por mi cabeza en medio de aquel «en mitad de la nada a punto de anochecer». Solo te diré que el vino caliente que llevábamos en el termo y el tremendo atardecer que avistábamos como telón de fondo le salvaron la vida a Denys.
Al final, pudimos salir. Yo (Kate que no conduce) tuve que sentarme al volante y recordar cómo se hacía eso de conducir, porque no tenía fuerza suficiente para empujar. Y tuvo que empujar Denys. Y no había nadie para ayudarnos. Salimos. Denys condujo extremadamente cuidadosamente durante una media hora aproximadamente y no dijo ni mu. En ese tiempo se me pasó el enfado y pudimos continuar nuestro viaje. Con más de una hora de retraso, cruzamos la frontera con Estonia.
¿Y qué tal el mirador? Espectacular.
Más sobre Letonia y Países Bálticos en nuestro blog.