Tal y como dice uno de los hashtags de Cantabria – #CantabriaInfinita – esta comunidad tiene una infinidad de ofertas para pasárselo bien durante un fin de semana, un mes o una infinidad de vida entre sus montañas, playas y sorpresas escondidas. Muchos han sido los viajes que hicimos para disfrutar de su costa en el Norte, hacer rutas de montaña o roadtrips por el Centro, y hace poco fue el turno de los descubrimientos inesperados en el Sur… Íbamos con la idea de esquiar en Alto Campoo, pero por la culpa del temporal acabamos recorriendo la parte más desconocida y sorprendente de Cantabria.
No habíamos planificado nuestro finde de antes, pero la improvisación salió perfecta, así que nos gustaría compartir nuestra experiencia y daros todo hecho: que hacer y que ver en dos días por el Sur de Cantabria, siempre pudiendo combinarlo con medio día de esquí en Alto Campoo o esquiar un día completo y dedicar otro día al turismo; si no os detenéis mucho, os dará tiempo verlo todo en un día.
Día 1. En los alrededores del Embalse del Ebro
Kilómetros recorridos y tiempo de conducir aprox.: 35 kms (40 min. aprox.)
La colegiata erótica de Cervatos
Lo que más le sorprende a la gente cuando le informan sobre «que ver por la zona» es la pincelada erótica – o porno, según la sensibilidad del quien os toque – de la colegiata de Cervatos. Sin embargo, al llegar a la iglesia, no es fácil percatarse de la presencia de lo «prohibido y vergonzoso».
Levantad bien la cabeza y fijaos en los canecillos con figuritas… en un rato… os sentiréis incómodos y apartaréis la mirada o bien se despertará El Deseo… Según nos explicó la guía, ambas reacciones son válidas, ya que no se sabe con certeza el porque de tantas escenas eróticas en un lugar tan sagrado.
Según una de las teorías, el exterior de la iglesia simbolizaba el mundo del hombre imperfecto y el interior – el mundo de Dios; de tal manera que en el exterior se mostraban los pecados, y en el interior, las virtudes.
Sin embargo, existe otra teoría: se intentaba educar a la gente del pueblo – e inspirar – en temas amorosos, para que haya más niños y que el pueblo creciera. ¿Funcionaba? Según la señora que nos enseñó la iglesia, hasta hace poco el pueblo estaba lleno de niños y gente joven. Algo se truncó en los últimos años, porque ahora todo el mundo quiere irse a vivir a Reinosa, dejando poco más de 30 personas ancianas en San Pedro de Cervatos.
Información práctica:
Hay un teléfono de contacto en la puerta de la iglesia, por si queréis verla por dentro; la señora responsable intenta cuadrar el horario para enseñárosla. ¿Merece la pena? Es bonita, pero la verdad es que no nos impresionó. Parece que la mujer que nos la enseñó se ha aprendido de memoria el «speech» y lo quería soltar lo antes posible. Podéis experimentar: interrumpidla con alguna pregunta y veréis cómo le cuesta continuar… Eso sí, podéis curiosear todo lo que queráis sobre la vida del pueblo y todas las novedades recientes (véase cotilleo ;)).
La iglesia románica de San Cipriano, Bolmir
Otra de las iglesias que está en la ruta de las iglesias románicas del Sur de Cantabria: pequeñita, con mucho encanto, enclavada en el centro del pueblo con el embalse y montañas de fondo.
La iglesia se data del s. XII, y, aunque más pequeña y modesta, lleva muchas semejanzas con la Colegiata de Cervatos; dicen que la misma mano artística se ocupó de su decoración. Y yo lo creo, sólo fijaos bien en los canecillos y veréis que el Maestro tenías sus temas escandalosos preferidos, por la razón que sea, aplicando la teoría que sea.
La iglesia de Villanueva de las Rozas, sumergida en las aguas del Embalse del Ebro
También conocida como la Catedral de las Peces, fue sumergida cuando se construyó el Pantano del Ebro en 1946. Se puede ver tanto desde la carretera, como desde dentro… si, existe una rutita de 300 m para llegar al puente que une la torre de la iglesia con la orilla. Dicen que también hay una escalera de caracol por dentro para poder disfrutar de las vistas desde lo alto de la torre, pero no lo pudimos comprobar, ya que el último tramo de la pasarela estaba derruido. Se podía intentar hacer un poco de acrobacia para poder llegar hasta el final, pero el agua nos pareció demasiado fría 😉
Más información:
Si os interesa saber más sobre la construcción del pantano y lo que significó para los pueblos que ahora se encuentran bajo sus aguas, podéis pinchar aquí.
El Monasterio de Nuestra Señora de Montesclaros
Sigues las señales «Montesclaros«, luego «El Santuario«, y de repente, sin previo aviso, acabas en una ciudad-convento, entre murallas, iglesias, escalones, piedra, roca… Intentamos hacer lo mínimo del ruido con el coche – sinceramente no esperábamos que la carretera pasara por el medio del conjunto monástico – y aparcamos en el primer hueco disponible.
En la puerta principal vemos el horario – de 10.00 a 13.30 – comprobamos que estamos dentro de la franja horaria indicada, para no molestar a los mojes, y llamamos a la puerta… esperamos… nada… llamamos otra vez… esperamos… mientras tanto, hacemos fotos… esperamos… y es cuando Denys me dice: «No gires la cabeza, pero hay un señor mirándonos fijamente por la ventana«… esperamos… seguimos haciendo fotos…
De repente se abre la ventana y el señor nos saluda… le saludamos… silencio…
– Bueno, allí pone que para ver el monasterio, hay que llamar a la puerta, – dice Denys.
El señor sonríe… y contesta: «Si, podéis pasear libremente por el recinto«… silencio…
– Si, vale, gracias…» No nos atrevemos a insistir… pero preguntamos como si no supiéramos la respuesta: «Nos han dicho que aquí está una de las primeras criptas-cuevas cristianas, de los tiempos romanos. ¿Dónde está?»
El señor vuelve a sonreír: «En nuestros días no mucha gente quiere rezar»
– La verdad, – contestamos, – que nuestro interés es más bien turístico y cultural que espiritual.
El señor sigue sonriendo y nos manda a la puerta principal a esperar a que vaya a abrirla… No sé si fue su test personal para averiguar si el peregrino es sincero y digno de ver uno de los primeros lugares cristianos sagrados, o simplemente le apetecía charlar, pero superamos la prueba, y vosotros ya sabéis las respuestas correctas 😉
El señor monje resultó ser muy majo y nos contó en detalle la historia de la fundación, desarrollo, desgracias y renacimiento del monasterio, compartió las anécdotas de su vida actual y nos invitó a conocer la cueva sagrada, no sin haber pedido información sobre nuestro origen y posición ciudadana previamente 🙂
No vamos a contaros todo lo que conocimos aquel día, porque seguramente os lo contará el monje cuando vayáis a visitarle. Lo único que os digo: merece la pena, tiempo y esfuerzo (en invierno, con carreteras nevadas) llegar hasta aquí; una de las experiencias más enriquecedoras…
Con esta experiencia acabamos el primer día de nuestro paso por el Sur de Cantabria. El segundo día lo dedicaremos a Espinilla y sus alrededores, así que atentos al próximo post.
Más sobre Cantabria:
Una ruta costera, de la cueva Cucabrera