Parte III. Parte II, aquí.
Inicio de la historia, aquí.
Nos quedamos a 200 m de altura, suspendidos, tras superar una pendiente casi vertical, con cadenas, y ahora mismo yo, Kate, casi estoy llorando de miedo viendo lo que nos espera por delante y sabiendo en el corazón, que diga lo que diga, no voy a dar la vuelta atrás, seguiré:
Intentaré vencer mi miedo, intentaré mantenerme calmada, intentaré meditar cada paso, con la esperanza de que este tramo no sea muy largo.
Delante mío están las odiadas GRAPAS… es ¡lo que más temo! Me gusta hacer trepadas, entre roca, incluso si en algún momento hay que ayudarse con las manos, árboles, el hombro de Denys etc., pero las grapas me provocan pánico, porque casi siempre significan paredes verticales y nada sólido debajo de los pies.
Y ahora estaban allí, mojadas por la lluvia…
Por fin empiezo… Denys detrás, sorprendentemente serio y atento; sabe que una palabra errónea me puede echar atrás… Me ayuda aconsejando cómo y dónde es mejor poner el pie y siempre me hace sentir que no estoy sola, que él está al lado… Voy avanzando poco a poco, y cada vez voy cogiendo más confianza. A pesar del miedo, noto una leve sensación de adrenalina y ganas de seguir más rápido: aún no sé si se debe a las ganas de acabar cuanto antes, o empiezo a experimentar… ¿satisfacción?
Un par de pasos, cambios de unas grapas a otras, más vías de cadenas, y por fin, ¡estamos arriba! Los primeros segundos no puedo hablar ni mirar atrás, lo único que me preocupa es «¿Habrá más ferratas adelante?»
Hablamos un rato con los 4 hombres que estaban descansando, les preguntamos si sabían si había más ferratas y nos dijeron que no lo sabían, que era la primera vez que hacían la ruta. Muy bien, otros aficionados-primerizos como nosotros. Les preguntamos de dónde eran y nos dijeron: «De la República Checa». Genial, me acordé de lo leído en algún sitio sobre trekking en Altos Tatros:
Viene gente de diferentes países, pero en muchos casos sobrevaloran sus fuerzas – los Altos Tatras son mucho más agrestes de lo que parecen – y se ven obligados a llamar al rescate. Las nacionalidades que más solicitan este servicios son… checos…
Perfecto, ya estoy viendo los titulares: cuatro checos y dos ucranianos se metieron por donde no debían y…
Para bajar, sólo había una ferratita pequeñita y tras superarla, uno de los checos le dijo a Denys: «Mi mujer nunca haría lo que acaba de hacer la tuya…» Me ganó el corazón y ya no me importaba compartir la compañía con ellos 😉
La bajada, por un estrecho camino de piedras sueltas, no me pareció ni difícil ni peligrosa, después de lo vivido…
Tras pasar el Valle de las Nubes Blancas – denominado así por Denys – la niebla volvió a cerrarse. Nos guiábamos exclusivamente por las marcas y el GPS. Quedaba menos de una hora hasta el refugio – ya me daba igual si tenían camas libres – cuando vi algo moverse entre las piedras… Intentamos perseguirle, pero nunca supimos lo que fue…
Cuando llegamos a Zboínicka Chata, nos dijeron que… no quedaban camas libres… pues nada, ya estábamos dispuestos a dormir en el suelo (por ¡14€/persona!) y decidimos darnos un capricho, la cena (7€/persona), riquísima y abundante. Mientras esperábamos, cayó una cervecita bien fría. Ya os lo dije:
en Eslovaquia dónde hay rutas marcadas, hay cerveza.
Después de la cena me acomodé en uno de los bancos de madera, con tapones, y me dispuse a dormir en el salón, lleno de gente charlando… ¿Os acordáis? Llevábamos muchas horas sin sueño: el día anterior recorriendo Praga, la noche sentados en el tren, y desde las 5.00 de la mañana planificando y realizando esta ruta… que iba a ser de 4 horas y se convirtió en una de 7, y sin vuelta al hotel de 4 estrellas… Sinceramente, me daba absolutamente igual dónde dormir…
Pero la suerte ese día nos quería mucho: se acercó la chica de la recepción, de la cocina, de la limpieza, de todo… «Señor Hrynevych, ¿aún queréis dormir arriba en la cama? Se nos liberaron justamente dos»
Oh Yeahhhhhh!!!! Por 3€ más por persona podíamos retirarnos ya y dormir como reyes.
A las 19.00 se acabó este largo y vertiginoso día…
No molestar
Por la mañana nos sentamos a planificar la continuación de la travesía: yo no estaba dispuesta a pasar tanto miedo de nuevo y es cuando descubrí que en el mapa las ferratas ESTABAN MARCADAS, simplemente no le presté atención al pequeño circulito naranja... Y cuál fue mi terror cuando me di cuanta que
para salir de este refugio ¡había que hacer más ferratas!..
O… sólo había un escape, de 2 horas, nada interesante…
Ahora estaba delante de la gran decisión: escapar por la vía fácil o combatir mi miedo…
Preguntamos a la chica del refugio qué tal las otras ferratas y nos dijo que la de ayer es
¡la más complicada de toda la zona!
Esto me dio fuerzas y optamos por el retorno largo.
Para desayunar nos comimos una subida de las guapas, de las que Denys odia: mucho desnivel en pocos kilómetros, y ahora era él que no quería seguir 😉 Nada, ni caso a sus llantos…
Para pasar al otro lado del collado Prielon, con vistas espectaculares, había una ferrata pequeña, un leve descenso por la senda de piedras sueltas, y un cómodo ascenso hasta el Collado Polsky Hreben por escalones de madera… Si, tal cual os lo digo:
Otro collado con vistas alucinantes, y a bajar, porque me da que pronto va a llover…
Para descender hay otra ferrata, pero al terminarla doy fe:
¡La de ayer fue miles de veces peor!
Llegamos a la laguna y a partir de aquí empezamos a ver muchos grupos organizados con guía… a un kilómetro entendimos el porque: aquí está el gran Sliezsky Dom, un hotel de lujo hasta el cual se puede llegar en coche. A las orillas de su lago descansamos y decidimos qué hacer: seguir por Tatranska Magistral hasta Strbske Pleso (4,5 horas, son las 12.00, en tren hasta Stary Smokovec, recoger las cosas en la tienda, sólo abre hasta las 18.00… hmmm, justitos) o combinando rutas, hasta Stary Smokovec directamente en 2,5 hrs… Nos estaba alcanzando la tormenta…
Decidido: Next Destination – Stary Smokovec
Y no nos arrepentimos. Por el camino vimos un paisaje totalmente diferente de lo que habíamos visto hasta ahora: bosque frondoso, en muchos sitios castigado por el temporal, pero floreciendo, oliendo a hierbas y flores, mostrándonos todos los tonos del verde…
Lo único que me hacía sentirme un poco incómoda era la sensación de que había osos por la zona; la vegetación, las bayas, la mirada invisible que sentía – todo decía que aquí están, vigilándonos… Bueno, lo de vigilando es imaginación mía, no se dedican a eso, pero bueno, me entendéis…
Ya a la vuelta a España, Denys confesó que justo en ese tramo vi una huella de oso… no me lo quiso decir por si me negaba a hacer otras rutas en el país con más densidad de osos en Europa, y dónde todos a los que preguntábamos si han visto osos, decían que sí…
Llegamos a Stary Smokovec sin más imprevistos, recogimos las cosas, comimos en un restaurante bastante bueno, y reservamos un hotel con mucho encanto. Todos estos detalles y datos prácticos de nuestra ruta, os los dejamos en el siguiente post.
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