Aparcado el coche en el parking gratuito de al lado y una vez dentro del recinto, cierras la puerta al mundo real y te trasladas a tiempos lejanos, donde encuentras ruinas de un monasterio medieval, tal y como lo dibujaban en manuscritos antiguos, escondido entre hiedra, y donde nadie sabía hablar inglés… Hacían un esfuerzo para entenderse con los peregrinos, les daban la bienvenida, pero al mismo tiempo los miraban con un interés extraño: ¿Qué estará haciendo aquí? ¿Por qué habrá venido? ¿Qué estará buscando en este rincón perdido?…
Estás cara a cara con las ruinas del monasterio; no hay muchos turistas alrededor – no sé si tuvimos suerte o está así siempre – y puedes relajarte, tomarte tu tiempo y sumergir en su historia sin prisas…
… llegamos al monasterio por la tarde, una tarde un poco fría y parecía que iba a empezar a llover en cualquier momento. El monje que nos recibió nos llevó directamente al Calefactorio (Casa de Calentamiento) para que nos sentáramos allí un rato y cogiéramos temperatura habitual del cuerpo. No nos habló ni una palabra, ya que siguen el voto de silencio, pero su mirada estaba llena de paz y tranquilidad, como si nos estuviera diciendo: «Estáis a salvo dentro de estas paredes«. Cuando se fue para avisar al abate que habían llegado dos peregrinos, nos tomamos la libertad de observar la habitación: no es grande, con una chimenea, y como lo sabremos luego, con la única chimenea, junto con la de la cocina, en todo el monasterio…
… en un rato vino un hermano lego para llevarnos al Refectorio (The Monk´s Refectory) donde nos sirvieron una comida sobria pero tan deseada en este momento, ya que pasamos todo el día andando y ni siquiera tuvimos tiempo para descansar. El hermano, al igual que el monje, no nos dijo nada y una vez servida la comida, desapareció… Nos dejó solos en esta sala con techos altos con columnas, donde se percibía mucho más frío que en el Calefactorio…
… Cuando acabamos llevamos los platos sucios a la Cocina (The Kitchen) y como no encontramos a nadie dentro, los dejamos allí, sobre la mesa. La cocina también tenía una chimenea, así que nos quedamos un rato para calentar las manos…
… No nos atrevimos pasar más adentro y entrar al Salón del cillerero (Cellarer’s Parlour), porque todos sabían que es una persona muy seria y estricta y seguramente no le gustarían visitas inesperadas cotilleando por el recinto del monasterio…
… Decidimos volver al Refectory y lo hicimos justo a tiempo, ya que en un instante apareció el abate para enseñarnos nuestras camas en el edificio de huéspedes (Guest Quarters). No tiene nada de lujos, pero es cómodo y ¡calentino! ¡tiene una chimenea en la planta baja! y como las camas están en la primera planta, todo el calor sube y hace la estancia muy agradable. A parte de nosotros, 5 de las 100 camas estaban ocupadas, pero los peregrinos no estaban, supongo que paseaban por los jardines o leían en la Biblioteca. El abate nos explicó las normas: pocas y simples y nos dejó descansar hasta la misa de la tarde…
… Pero qué suerte hemos tenido de vivir en el siglo XIII, cuando todavía existía el edificio de huéspedes, porque ya en el siglo XVI lo transformarán en una cervecería, lo que será muy típico de monasterios: producir su propia cerveza para consumo interno y en algunos casos de éxito, para venta…
… Por otro lado, aún no están construidos ni talleres (Workshops, s. XVIII) ni la capilla de San Bernard (s. XVIII), que conmemora la leyenda que cuenta la historia de San Bernard que buscó y encontró esta ubicación para construir el monasterio. En la Colina Robermont plantó su bastón, hecho de roble, que brotó y fue venerado en este lugar durante mucho tiempo…
… Pero ya nos estamos perdiendo en las historias del futuro. Aún nos quedan unas horas hasta que tenemos que estar en la iglesia, así que vamos a dar un paseo por el recinto. Antes de llegar al Armarium (una pequeña biblioteca) pasamos por el claustro y con un ligero movimiento de cabeza saludamos a los monjes que encontramos allí; son muchos porque es un sitio de paso que conecta diferentes sitios del monasterio. En el s. XV, después de ampliación, incluso habrá 3 lavabos para comodidad de los habitantes de este lugar…
… en pocos minutos llegamos al Armarium y pedimos la primera crónica del monasterio para leerla antes de irnos a la cama…
…de allí vamos al Salón o Auditorium (Parlour), para charlar un rato con los monjes e intercambiar información: nosotros les contaríamos todas las desgracias y miserias que están pasando en el mundo fuera de estas paredes y a cambio nos enriquecerían con Fuerza y Esperanza de la Palabra Sagrada. Este es el único sitio donde se les permite hablar, bajo supervisión estricta del prior. Intentamos pasar con ellos todo el tiempo que podemos y nos empezamos a sentir listos para continuar nuestro viaje por el mundo, a veces tan inhóspito…
… Las estancias de monjes no las podemos visitar, así que sus habitaciones, El salón de Monjes, hospital y sala capitular se quedan fuera de nuestro alcance… Sólo podemos ver las escaleras que llevan a los dormitorios de monjes (Monks’ Dormitory); dicen que al principio todos vivían en la misma habitación, cada uno tenía su cama, pero no había más intimidad; pero con el tiempo se dividieron en celdas individuales. En el Salón (Monks’ Hall) estudian y en la Sala Capitular (Chapter-House) leen un Capitulo todos los días, lo discutan, hablan de problemas diarias y se confesan. En la Edad Media, además, aquí se elegía el Abate de Villers. Solamente monjes pueden entrar…
… Ha llegado el momento… Tenemos que dirigirnos a la Iglesia para la misa de la tarde… Entramos con la mirada hacia el suelo, tal y como se debe, pero ya dentro de nada, no nos podemos controlar y empezamos a levantar los ojos para absorber todo el esplendor que nos rodea… vamos por un amplio pasillo, a los dos lados del cual se elevan columnas de piedra, muy gruesas e imponentes, como si fueran del período románico, pero subimos la mirada un poco más y nos encontramos con las columnas más esbeltas y arquitectura mucho más sofisticada del Gótico.
Allí, donde el altar, a más de 90 metros de distancia, están las columnas más altas, de más de 20 metros, y las ventanas más elaboradas, a través de las cuales penetra la luz de fuera, luz sucia que se purifica en las vidrieras de colores con imágenes sagrados. Esta luz, tan pura y tan ligera, cae al altar y de allí, en millones de astillas atraviesa cada uno de nuestros cuerpos y con un ligero zumbido acaba en el suelo transformando la piedra fría en un camino de nubes que llevan a la Paz…
Seguimos por este camino hacía las ventanas góticas, hacia la luz, cuando dos monjes nos hacen la señal que debemos parar… empieza la misa… Desde el silencio nace la voz, tan fuerte y penetrante que en un momento vacía tu mente e invade todos los pensamientos. Te libera de miedos e inseguridad…
Con ojos bien abiertos y cabeza alta, dirigimos la mirada hacia el altar otra vez… en el s.XX no habrá vidrieras que filtraran y sanaran la luz de fuera; no habrá la gran parte de paredes y el viento será el protagonista; no estarán los monjes para tranquilizarte ni sonará la canción pura…
pero igual van a venir los peregrinos a este lugar sagrado y al igual la iglesia les va a captivar para dejarles una parte de su Paz, de la Paz que posee durante más de 850 años de su existencia, de la Paz que es capaz de llenar a todos los que la necesiten…
… Dormimos muy bien esta noche: será por el calor de la chimenea de abajo o por la misa de la tarde, pero despertamos como nuevos, llenos de fuerzas y decididos continuar nuestro camino. Aún quedan espacios del monasterio por visitar, como, por ejemplo, la prisión, el molino, farmacia, los jardines y muchos otros, pero no podemos abusar de la hospitalidad de los monjes. Agradecemos a nuestros anfitriones y nos despedimos…
… y volvemos a vagar por los mundos y por los tiempos…
FIN
Es una historia totalmente inventada una de estas noches cuando no tienes sueño, estás escuchando Skyfall de Adele o similar y tanto quieres CREAR algo, dándole libertad a tu imaginación sin pensar en COMO tiene que ser una entrada de un blog de viajes… Una historia, sin embargo, totalmente inspirada en la visita a las ruinas de la Abadía de Villers-la-Ville en julio de 2012.
Un poco de información práctica:
No hemos encontrado mucha información sobre esta Abadía perdida, os dejamos algunos enlaces y si conocéis más, ya sabéis: estaríamos encantados de conocerlos.
Se puede visitar todo el recinto en una hora, sin imaginarlo mucho en sus días de esplendor y simplemente visitar las ruinas. Para una visita más detallada necesitaréis unas 3 horas.
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