Pasamos la noche sentados en el tren Praha – Kosice. Cuando pusimos las mochilas grandes al hombro, las pequeñas, delante y los abrigos, en la mano, vino un azafato muy amable y nos invitó a croissants y café para llevar. Nada más parar el tren en Poprad, nos desalojaron en 2 minutos, con todos los bultos y desayunos, caras cansadas y un poco perdidos en la oscuridad de las últimas horas de la noche… 5.00 de la mañana, ¿qué hacemos?
Tal y como sucedió muchas veces en Eslovaquia, no sabíamos qué nos esperaba en este destino. Nos habíamos preparado mentalmente para una estación pequeña, olvidada, somnolienta y a una larga espera – durmiendo con vagabundos, como en todas las estaciones de trenes – hasta una hora decente – quizá, 9.00 – para coger algún tren hasta… alguno de los tres puntos claves en Altos Tatras, o pasar por la información turística de Poprad…
Una vez entramos en la estación, nuestra percepción del mundo cambió… La vida estaba resplandeciente: la gente entrando y saliendo, trenes partiendo cada cuarto de hora, taquillas luchando eficazmente contra colas… Tardamos menos de 10 minutos en entender el sistema de horarios de los trenes que nos interesaban, decidimos rápido que queríamos empezar en Stary Smokovec – el punto más grande e importante de Altos Tatras, y echamos a suertes que habría una oficina turística allí.
En menos de una hora, sobre las 06.30, bajamos en Stary Smokovec y enseguida empezamos a buscar una oficina de turismo. Qué os parece si os decimos que abre a las… ¡8.00! Y además, tienen… red Wi-Fi abierta y gratuita. ¡Esto si que entender al target y trabajar para su bien!
Mientras esperábamos, desayunamos, rehicimos las mochilas y preparamos dos bultos para dejarlos en la consigna – visto lo bien que estaba organizado todo aquí, confiábamos en que también tendrían una consigna.
Muy puntual, vino el señor de la oficina. Al escuchar el inglés, hizo una mueca extraña y quiso saber de dónde éramos. Fue cuando descubrimos que hablando medio polaco, medio ucraniano, los eslovacos nos entendían, y nosotros les entendíamos a ellos hablando en eslovaco… hielo derretido, que fluya la conversación…
Aquí compramos el mapa de la zona (4€), con los senderos marcados, y nos pusimos a planificar nuestro trekking. Si, un día antes no teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer. En principio, pensamos en Tatranska Magistral, pero viendo el mapa (no sube hasta las zonas rocosas, que a Kate le encantan) y haciendo caso a los consejos del Señor (decía que no había mucha variedad de paisaje), la descartamos.
Por cierto, es bastante fácil planificar rutas en Eslovaquia, porque marcan las distancias en… tiempo; es decir, no tenéis que ir calculando los kilómetros ni averiguando los desniveles para haceros una idea aprox. de lo que podríais tardar, teniendo en cuenta vuestra forma física y velocidad media en dadas circunstancias… Simplemente vais sumando los tiempos de cada tramo. Y lo más fascinante de este método es que… ¡aciertan! Lo máximo que tuvimos de diferencia fueron 15 minutos. Y si, los descansos están incluidos en este tiempo. ¡Unos cracks! los que hacen las rutas eslovacas.
En 30 minutos aprox. teníamos una primera versión de la ruta; yo la miraba con bastante escepticismo, no estoy acostumbrada a recorrer la mitad del mapa en 2 días… Si, hay que tener en cuenta que el macizo de los Altos Tatros tiene sólo un poco más de 55 kms de longitud, pero igual… me parecía muy atrevido. ¡Y cuál fue mi sorpresa cuándo el Señor del centro valoró muy positivamente el plan y nos aconsejó alguna sima por el camino, por si nos quedábamos cortos.
Íbamos conociendo a los eslovacos a los largo de nuestro viaje, y una de las cosas que aprendimos es que la mayoría están en muy buena forma física y salen a la montaña como si fuera salir a dar un paseo por El Retiro. Los veíamos por todas las rutas, a más de 4 horas de la civilización, de TODAS las edades – abuelitas en vías ferratas pequeñas incluidas – con mochilitas, en vaqueros… en fin, esta gente está muy estrechamente ligada a la naturaleza y las montañas.
Todo listo. Tenemos la ruta preparada, en tres variantes: el plan optimista (el de Denys), el pesimista (por si pasaba algo, con escapes), y el realista (el de Kate, como no) 😉 ¿Os acordáis que teníamos cosas de más y las queríamos dejar en algún lugar? Pues, tal y como pensábamos, encontramos la taquilla: en la tienda de deportes, al lado de la estación de trenes (1,5€ por bulto y día natural).
El señor de la tienda nos vio con nuestros Gore-Tex, les dio una mirada decepcionada y preguntó si íbamos con esto a la montaña… Al final me convenció comprarle un chubasquero de toda la vida por 2€ y, creo, que son 2€ mejor invertidos en mi salud y comodidad. En Altos Tatras, si llueve, ni Gore-tex ni nada… un plástico es todo lo que necesitas, es lo único que te puede salvar, comprobado.
Con la tontería ya eran las 10.00. Una mañana muy larga, por fin, todo listo… PERO… empieza a llover a mares, las montañas se nublan, no se ve nada a través de la niebla…
¡Qué pereza salir a la montaña y mojarnos! ¡Uffff! Y es cuando Denys sugiere: «Oye, había visto en Booking un hotel de 4 estrellas por 25€. Y si nos metemos allí y descansamos, y a ver mañana qué tal el tiempo…»
¿Qué vamos a hacer al final? Se aceptan apuestas… En el próximo post lo contamos.
[polldaddy poll=9093472]
Y aquí está: la lluvia
Más sobre Eslovaquia: