Gijón – nuestro gran descubrimiento en Asturias

Nos encanta Asturias y el norte de España en general; siempre cuando podemos, escapamos al norte. Tenemos algunos destinos «fijos«, para cuando no nos apetece investigar sobre «que ver y que hacer«, y es cuando vamos a lo seguro. Hay destinos «pendientes«, gracias a alguna foto vista en Internet o algún relato bloggero que nos despertó el gusanillo por conocer el rincón. Pero hay otros lugares, como en este caso ha sido Gijón, de los que no esperas nada extraordinario… y ¡te «presta»! 🙂 son destinos «sorpresa«.

«Gijón nos presta mucho»

Traducción: Gijón nos gusta mucho 😉

¿Por qué nos gustó tanto Gijón y sus alrededores? Porque a parte de un casco histórico muy bonito y colorido, tiene mucho «que HACER«, no solamente ver. Y esto es lo que hicimos nosotros, gracias al Gijón Turismo y #TBMGijón.

1. Surf

Llegamos muy justos para la actividad y no nos dio tiempo ni pensarlo dos veces, ni probar cómo está el agua, ni tener dudas… Los empleados de la Tablas Surf School fueron muy puntuales: nada más llegar, nos metieron en los neoprenos, una foto de bienvenida y a coger olas!!!

En la orilla, cuando ya no había vuelta atrás, nos calentamos y nos explicaron lo más importante de la técnica de surfear y los trucos de cómo levantarse en la tabla a la primera… ¿a qué os lo creísteis? ya quisiera yo saber el truco este… pero no existe… la regla #1 de surf es: PRACTICAR, meterte en el agua e intentar coger la ola.

Tip: Desde mi experiencia personal os puedo recomendar ir haciendo flexiones unas semanas antes de la clase de surf, así os resultará más fácil dar el impulso para levantaros. También podéis ir practicando el salto, pero esto ya después de que os hayan explicado cómo hay que saltar. Unos amigos míos, muy fans de surf, practican haciendo skating o intentando mantenerse de pie sobre un invento como este:

Aunque no conseguimos mantenernos mucho tiempo de pie, lo pasamos genial: el instructor nos corregía todo el rato y siempre cuando estaba a mi lado en el momento de coger la ola, … la cogía… ¿será su energía que me ayudaba?

Seguro que otra duda, a parte de si es posible levantarse a la primera, es: si pasamos frío. Pues no, nada de nada. Nos dieron trajes de invierno, de entre 3 y 5 mm, y en algunos momentos incluso pasamos un poco de calor.

¿Qué hay que llevar para una clase de surf? Bañador y toalla; desde la escuela se va descalzo, y a la vuelta tenéis duchas colectivas con agua caliente en las que os podéis dar un chorro para quitar arena y la sal.

2. Talasoponiente

Después de hacer surf, nos pareció que no nos mojamos lo suficiente, y nos metimos en una sesión de Talasoponiente… ¿Qué es? Una mezcla de baños árabes con piscinas de diferentes temperaturas,un balneario con cisnes y camillas de burbujas, y parque acuático con toboganes. Menos mal que tenéis 3 horas para disfrutar de todo con tranquilidad…

Nosotros empezamos por la piscina de cisnes, burbujas y jacuzzi. Hay que decir que la presión en todos los chorros es la adecuada, según nuestro punto de vista: no es ni demasiado fuerte ni muy suave, te hace el masaje a gusto, sin destrozar los huesos… Como somos muy fans de este tipo de masajes, pasamos aquí un buen rato, hasta que al girar la cabeza, ya no tenía pesadez en los músculos ni me crujían las articulaciones 😉

Pasamos por la zona de toboganes, pegue unos cuantos gritos… no, no por el susto… simplemente para avisar que ya salía para que le diera tiempo a Denys a hacer la foto 😉 Otra bajada más, y otra más… vamos, como niños pequeños 😉

De aquí subimos a la segunda planta, a la zona frío-calor, con diferentes saunas (seca, de vapor, japonesa…) y mil maneras de enfriarse (cubo de agua fría, hielo, piscina helada…). Y la estrella de esta zona – piscina con techo que cambia de color y ¡atención! la música sonando por debajo del agua… te tumbas boca arriba, mirando el juego de colores mientras escuchas la música japonesa que te penetra desde dentro… No sé cuánto tiempo pasamos aquí… Simplemente no te das cuenta del tiempo, ni del espacio, ni de nada… Relajación inigualable…

Para terminar bajamos a las piscinas al aire libre, con vistas a la playa y el mar. Sólo me faltaba un gintonic para decir que estoy en algún resot de una isla perdida…

3. Acuario

No es excesivamente grande, en 1 hora lo ves, pero es muy entretenido. La decoración te ayuda sentirse como si estuvieras bajando a través de una cueva a las profundidades del océano. Los peces son muy diferentes en cada acuario. Y la información en los carteles es justo la que querías saber.

Hay una zonas tipo «touch aquarium» donde puedes tocar a los peces; la verdad es que no creo que les haga mucha gracia, pero allí están los pobres, aguantando a los niños y a Denys 😉

Creo que dos acuarios que más nos impresionaron fueron el de criaturas prehistóricas que aún siguen en las aguas de la Tierra, y el de todo tipo de cangrejos, de todas formas y tamaños impresionantes… Si veo uno de estos haciendo snorkling… no sé si me va a dar algo…

4. Jardín Botánico Atlántico

Lamentablemente, no teníamos mucho tiempo para disfrutar del Jardín, pero lo poco que vimos nos pareció muy interesante y creo que podría ser una visita entretenida, sobre todo para los niños. Nos hicieron una visita guiada muy curiosa, con personajes  del Jardín, y después cenamos al lado del lago encantado… Esperaba que en cualquier momento saliera un dragón marino o alguna sirenita desde sus entrañas…

Tip: Si se viene en coche, la ciudad es bastante intuitiva… a cabo de unas cuantas vueltas y haber entendido cómo funcionan las calles de un solo sentido y dónde está la zona cerrada al tráfico excepto residentes… ya es fácil. Para aparcar, según nuestra experiencia, la mejor zona es en los alrededores del Talasoponiente – Acuario y la Estación antigua de ferrocarriles. En la zona azul por dos horas se paga 1,85€.