No podemos estar seguros al 100% de que todo lo que te vamos a contar sobre el dinero en Georgia es verdad verdadera. Es nuestra experiencia. No hablamos de este tema con los georgianos, porque lo consideran demasiado intrusivo.
La verdad es que no tenemos del todo claro la relación exacta que existe entre los georgianos con el dinero, pero lo que íbamos observando nos hace pensar que no son para nada esclavos de él y lo que más aprecian son las relaciones humanas.

Cobrar lo justo
Cobran lo justo y valoran más las relaciones humanas que el dinero. Les cuesta muchísimo poner un margen desorbitado a sus precios. Y tampoco les parece bien que lo hagan los demás, pero no se enfrentan abiertamente, ya que piensan que cada uno es libre de hacer lo que le parezca. Ya se ocupará el dios de proporcionarle a cada uno lo que se merece.
#AnécdotaViajera: En Svaneti pedimos a la dueña de la casa que nos llamara a algún taxista para ir al aeropuerto. Pidió a su vecina que nos llevara. Pero el precio que nos cobró la vecina le pareció demasiado alto a la dueña y lo que hizo es devolvernos una parte de lo que habíamos pagado por la estancia. No dijo nada a la vecina y no aceptó nuestras protestas.

«Me gustas«, – dilo con un billete de «marshrutka»
A veces, si no ven otra manera de expresar su hospitalidad (lee: Cada viajero es un mensajero de Dios y otras curiosidades sobre la cultura georgiana), te invitan a… un billete de marshrutka (minibus).
#AnécdotaViajera: Nos montamos en una marshrutka que recorría los pueblos olvidados de Kakheti. Empezamos a hablar con una señora en ruso y pronto todo el minibus se veía volcado en la conversación, algunos sabiendo ruso y participando activamente y otros, pidiendo a gritos la traducción. Les encantaba nuestro interés por su cultura y la gente de Georgia.
Cuando la señora que empezó la conversación tenía que bajar, a parte de darnos su número de teléfono por si necesitábamos algo, pagó nuestros billetes.

Regatear en Georgia – un placer
Antes de viajar a Georgia, aprende a regatear. Eso sí: regatear en Georgia no es lo mismo que en Marruecos. En el Cáucaso es mucho más llevadero. Nunca se enfadan y casi siempre nosotros salíamos ganando. Hasta una vez nos sentimos mal por apretar a un taxista demasiado.
Lee: El arte de regatear. Marruecos
#AnécdotaViajera
Íbamos de Tbilisi a Kakheti. Bajamos en la parada de metro donde supuestamente había marshrutkas. Pero lo único que vimos eran decenas de taxistas invitándonos a gritos a ir con ellos. Íbamos preguntando dónde estaban las marshrutkas pero cada uno nos decía una cosa. Taxistas, peatones, hasta policías. ¡Nadie nos quería decir dónde estaban! Pero ¿esto qué es?
Me enfadé y les decía a todos de mala leche que ¡NO, no voy con vosotros, quiero mi marshrutka! Corriendo de un lado para otro, como locos, perdimos 40 minutos. Y desistimos.
Pillamos a un taxista y le ofrecimos 2/3 del precio. No le hizo mucha gracia, pero aceptó, pidiéndonos que, por favor, no se le dijéramos a nadie lo que pagamos. «Sí, claro. Me lo dices para que tenga la sensación de que me cobró de menos.»
Nos montamos en el taxi compartido. El conductor nos avisó de que iba por el puerto de montaña, que así es más rápido que por la autopista, aunque el coche consumiera más. Ya… otra vez intentando convencernos de que pagamos poco.
Llegamos a nuestro destino, encontramos la casa y, como es la costumbre, nos quedamos charlando con el dueño. Indignados, le contamos cómo intentaron aprovecharse de nosotros los taxistas. El dueño de la casa primero no entendía el problema, luego hizo cara de sorpresa y preguntó otra vez por el precio.
«Pero si lo que pagasteis fue menos de lo que cuesta una marshrutka. Además, marshrutkas van por autopista y paran en cada pueblo, por lo que tardan el doble. Todo el mundo paga el precio que os dieron al principio. Ni regateamos, porque sabemos que en el puerto se va mucha gasolina. Y, por cierto, si querías coger marshrutka, tenías que haber bajado en la siguiente parada del metro».
Conclusiones
Así descubrimos que nadie intentaba engañarnos, fuimos nosotros los que no nos enteramos. Nos sentimos realmente mal: por pensar mal de los taxistas y por pagar una miseria al pobre.
Reflexión: ¿Por qué nos sentimos avergonzados en vez de orgullosos al regatear un precio muy bajo? Porque al contrario de Marruecos, donde todo el rato estás con la sensación que te han tomado el pelo, en Georgia no es así. Los georgianos, en su mayoría, son honestos. Si trabajan de taxista, es por necesidad. Si ponen un precio mínimo, es lo que realmente sirve para cubrir sus gastos y ganar algo. En muchas ocasiones el trabajo de taxista es una manera de ganar dinero que no ven capaces de conseguir trabajando 8 horas en la oficina; cuando llegan sus vacaciones, cogen el volante.

¿Cómo se regatea en Georgia?
Parece que les da vergüenza regatear, ¿porque lo ven como si estuvieran pidiendo limosna por su trabajo? ¿Porque la mayoría son honestos y no pueden pedir más de lo que saben que cuesta su trabajo? ¿Porque aún no tienen experiencia?
La técnica más extendida del regateo: te dicen el precio, le dices el tuyo, intentan subirlo una vez. Lo aceptas o repites el tuyo. Lo aceptan o dicen que no pueden bajar tanto. Ya. Se acabó. Y siempre con buen rollo, sonriendo, contando chistes o historias de su vida, independientemente de si lo compras o no.
Sin embargo, no son tan fáciles como puede parecer. Tienen dos trucos especiales: primero, si te quejas del servicio, te pueden decir que si no te ha gustado, puedes no pagarlo. Pero no es lo que esperan. En realidad creen que por darte esta opción, tu conciencia te dirá: «Ay! Qué majo! Qué honesto!» y le pagarás todo. ¡Ja! no cuentan con los viajeros como Denys. Allí empieza el regateo otra vez.
Otro truco es decirte que marques tú el precio por la guesthouse, por ejemplo, y aceptarán lo que te parezca. Otra vez, esperan que tu conciencia y vergüenza de no ofrecer de menos y no ofender al dueño te hará nombrar un precio más alto. Si pilla a alguien como Denys, volvemos a la técnica del regateo.

Cómo mostrar que éste es tu precio final
Dices: «Bueno, éste es mi precio. Si no quieres, no hace falta. Ya nos apañaremos de alguna manera«.
La respuesta habitual: «¿Por qué no quiero? ¡Quiero! ¡Vámonos!»
Eso sí: siempre y cuando tu precio sea más o menos oficial, no demasiado bajo.
No por guerra de precios consiguen a sus clientes
Hemos notado que en Georgia la competencia es mayoritariamente leal. No vas a encontrar precios muy diferentes por el mismo servicios en la misma región. Se ponen de acuerdo y establecen un precio y unos margenes. Y ganan sus clientes por «extras», tales como amabilidad, un coche más molón (si hablamos de taxistas), wifi más rápido y vistas a las montañas (alojamiento), un chupito de chacha gratis (restaurantes), etc.
Sin embargo, siempre hay excepciones. La «excepción» que vivimos nosotros de primera mano fue en Kazbegi. Podéis leer la experiencia en el post El taxista avaro.

Si te estás preparando para viajar a Georgia, lee nuestra categoría Georgia (alrededor de 20 posts).