Georgia es un país milenario. Dicen que la costa georgiana es la antigua Colquis, a la que llegaron Jasón y los Argonautas en busca del Vellocino de Oro. En términos orográficos, una considerable parte de su territorio está ubicada en el Gran Cáucaso, una zona de difícil acceso, protegida por las montañas de más de 5.000 metros y bosques salvajes. Estas tierras altas nunca han sido conquistadas y hasta no hace mucho tiempo vivían según sus propias leyes. Por esta situación geográfica excepcional, por su larga historia, y porque, además, los georgianos tienen un espíritu libre e independiente, no es de extrañar que las tradiciones y costumbres de Georgia están bien arraigadas.
Cada año turistas son más presentes en Georgia. La gente local va aprendiendo a convivir con ellos (nosotros) y hasta sacarle provecho a la situación. Sin embargo, el turismo masivo aún no ha llegado. Y los georgianos todavía no transforman su modo de vida, tradiciones, comida etc. al gusto del turista. No se adaptan a las preferencias de los de fuere. Eres tú el que se tendrá que adaptar a sus costumbres. Así que, pensamos que sería interesante que conocieras algunas.
9 curiosidades sobre las costumbres de Georgia
Las costumbres de Georgia, como ya he dicho, son abundantes y no sería posible repasarlas todas. Así que aquí tenéis 9, pero iremos contando más curiosidades en los artículos dedicados a Taxistas, Marshrutkas (mini-buses, transporte público típico), Experiencias etc.
1. Les gusta hablar
A los georgianos les gusta hablar y escuchar. Empiezan conversaciones en todos los sitios: taxies, alojamientos, transporte público, iglesias, mercadillos… Pero no se conforman con un «Small Talk» básico tipo ¿Qué tal? Bien. Quieren una conversación de verdad. Y no se cortan haciéndote preguntas y se muestran encantados contestando las tuyas. Es tan importante que hasta incluimos una sección – De qué hablar en cada región de Georgia – en los posts sobre nuestro itinerario. Aquí tenéis Itinerario Parte I e Itinerario Parte II.
Las preguntas más típicas son: ¿De dónde sois? ¿Cuántos días estáis? ¿Dónde habéis estado, os gustó? ¿A dónde vais? ¿Por qué allí, por qué no os vais a… ? ¿Qué tal en… España/Ucrania/en el país del que venís?
Por cierto, si alquiláis una habitación en casa de locales, la tradición requiere un mínimo de conversación. Al llegar, os suelen invitar a vino o chacha y es cuando compartís el tiempo con el dueño.
2. No les parece mal gusto profundizar en detalles personales
La primera vez que nos preguntaron si estábamos casados, si teníamos niños (¡con toda la naturalidad del mundo!) y por qué no, me chocó un poco. Pero como había buen rollo, contesté todas las preguntas. En el momento en el que dije que algún día pensábamos tener hijos, el que precedía la mesa, se levantó y pronunció un brindis a nuestra salud, la salud de nuestros futuros hijos y nos deseó todo lo mejor. Me emocioné. Me emocioné, porque todo lo que decía, salía del corazón, no eran sólo palabras educadas, vivía cada frase que pronunciaba y sus deseos eran sinceros.
3. La familia es lo más importante
Se notan muchísimo lazos familiares fuertes. Desde el típico «tengo una empresa y toda mi familia trabaja aquí» y hasta «nunca en mi vida te he visto pero ¿dices que eres mi primo del primo de la prima de la tercera tía? ¡Ven aquí, que te doy un abrazo!» Hacen todo por su familia. Nunca dejan a los suyos. Incluso si se ven obligados a emigrar en busca de mejor vida, su alma se queda en Georgia, en sus pueblos, al lado de los queridos.
4. Un viajero es un mensajero de Dios
Según las costumbres de Georgia, un viajero es un mensajero de Dios, por lo que si te cruzas con uno en tu camino, hay que ayudarle en lo que puedas. Esta hospitalidad se nota en todo: incluso si pagáis por el alojamiento, os harán sentir como en casa, aún no saben dar servicio frío. Además, si tienen fiesta o un banquete, siempre os invitarán a la mesa. Nosotros, gracias a esta costumbre vivimos una de las experiencias más bonitas de Georgia (pronto en el blog).
5. ¿Se bebe o no se bebe en Georgia? ¿Debo beber yo?
Existe un estereotipo de Georgia que dice que beben mucho. Pero se olvida la segunda parte: comen aún más. Lo que para nosotros es demasiado, para ellos es lo justito. Por cierto, nunca vimos borrachos tirados en las calles del país. Ya está. Mito desmentido.
Ahora vamos con la segunda parte: ¿Debo beber todo lo que me echen? No. Bueno, si quieres, claro que sí. Pero ¡ojo! En cuanto tu copa esté vacía, te echarán más. Por otro lado, no pasa nada si dices que no quieres beber. En zonas más remotas, te preguntarán por qué. Les dices que físicamente no puedes, no estás acostumbrado y ya. En zonas más frecuentadas por turistas, ni te preguntarán. Una manera más sutil de decir NO es nunca dejar la copa vacía: haces un trago y la dejas en la mesa. Irán «renovándola», pero nunca te harán beberla hasta el final.
6. Son generosos con el turista
Los georgianos son muy generosos con el turista en el sentido cultural. Nunca os mirarán mal si hacéis alguna tontería, por desconocimiento. Dan por echo que sois forasteros y que no os habéis preocupado por descubrir sus tradiciones. Pero no tienen el ego inflado, viven tal y como viven y les da igual lo que piensa el resto. No necesitan que los demás (re)conozcan su cultura. Sin embargo, si ven una muestra, la más pequeña, de vuestro interés y respeto, os acogerán con las manos y corazones abiertos.
Una vez llevaba pantalón (Kate) cuando acabamos en una iglesia. Me quedé en la entrada, viendo la ceremonia, mientras Denys entró. Cuando me preguntaron porque me quedé fuera, contesté que no llevaba falda y no quería despreciar la costumbre. (Era una iglesia pequeña en un pueblo perdido y no tenían las típicas faldas para turistas). Los que escucharon mi respuesta, sonrieron y todos empezaron a invitarme diciendo que no pasaba nada, que si me apetecía, podía entrar sin problema.
Así son, generosos con su cultura y muy agradecidos si la respetas.
7. No me beses
Cuidado con los dos besos. Según las costumbres de Georgia, se da la mano a un desconocido, sea hombre o mujer. Los besos y abrazos están reservados para amigos íntimos y familiares.
8. Vestimenta en Georgia
Nací en la Unión Soviética, donde también teníamos nuestros mitos sobre otros países. Toda mi vida pensaba que los georgianos son unos salvajes que roban a las mujeres que les gustan, y da igual si va acompañada de un hombre, lo matan y ya. Y si vas por la calle con vestimenta provocadora, ¡cuidado! Cuando decidimos viajar a Georgia, entendía que igual no se llegaba a tal extremo hoy en día, pero tenía mis inquietudes.
Lo primero que hice al llegar a Svaneti (la región más apartada, salvaje, auténtica de Georgia) fue preguntar a la dueña de la casa donde nos alojamos si podía salir a la calle en pantalón corto y camiseta. Me miró críticamente y contesto, toda seria:
«¿Por qué no? Eres joven y guapa, no como yo. En mi caso sí que sería ridículo».
Cuando le expliqué mis motivos de tal pregunta – que había que ir tapada por la calle para no provocar – se rió un buen rato.
Conclusión:
Por la calle podéis ir como os de la gana, tanto en ciudades grandes como pueblos pequeños. La única excepción son las iglesias. Allí sí que, por respeto, hay que cubrir las piernas hasta la rodilla y los hombros (tanto hombres como mujeres). Las chicas deben llevar falda, no pantalón. La mujer, además, debe cubrir la cabeza y el hombre, no. No os preocupéis si no lleváis nada, en cada iglesia tenéis faldas y pañuelos para turistas.
Os he dicho: son muy generosos con los turistas.
9. La fe sin exagerar
Tengo tan interiorizada la fe de los georgianos y sus expresiones que casi se me olvida hablar de ello. Su fe es tranquila, sin caer en los extremos, sin tener la necesidad de ir demostrándola sin parar. Simplemente creen y no necesitan que los demás se den cuenta de ello. Su fe es natural, presente en todos los ámbitos, a todas las edades y a todas las horas.
Las iglesias las encontraréis siempre abiertas y gratuitas (se puede cobrar por la excursión, pero no por entrar). Y siempre llenas de gente, las iglesias y capillas más remotas y fuera de todas las rutas tendrán velas recién encendidas. Aunque parezca que no hay gente, justo cuando vais saliendo… llega alguien. Lo bonito de todo esto es que no hay «discriminación» por edad: niños, adultos, abuelos frecuentan estos rincones sagrados. Y todos por igual los respetan, rezan, se dan cruces.
Nunca os acosarán por vuestra religión o intentarán ilustraros sobre la suya. La tienen tan interiorizada que no les hace falta hablar de ello o analizar los hechos del vecino. El dios lo ve todo y no soy yo el que debe castigar o maldecir. Yo sólo tengo de preocuparme por vivir según sus leyes y no hacer el mal.
10. Un bonus: El Tiempo es relativo
No he visto a ningún georgiano andar con prisas. Y tampoco puedo decir que son tan puntuales como alemanes. En transporte público siempre hay que dar un margen a la hora de salida y procurar no coger conexiones muy justas. Tampoco se puede decir con total certeza cuánto tiempo se tarda de un sitio a otro, porque el tiempo es muy relativo en Georgia y cada uno lo calcula a su manera.
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