Calas y playas de la Palma son muy bonitas, auténticas, con un toque especial de sus arenas negras. Además, como no hay turismo masivo como en otras islas Canarias, siempre tendrás tu hueco para disfrutar del paraíso a tu manera. Y vistas, las vistas salvajes: miras a la derecha y parece selva, miras a la izquierda, y te viene a la mente Islandia.

Las playas de la Palma – idílicas, perfectas, deseadas… pero siempre hay un “pero”, o dos. Primero, casi siempre tendrás que bajar – para luego subir. Y segundo, a veces las carreteras de acceso parecen parque de atracciones con curvas sorpresas y pendientes locas. Sin embargo, superados estos dos inconvenientes, llegamos a las playas de la Palma: auténticas, bonitas, con un toque especial…
Playas de la Palma. Nuestras favoritas
Fuencaliente
A la izquierda del Faro de Fuencaliente hay una playa poco frecuentada. La carretera es una pista sin asfaltar, pero de buena calidad – lo importante es no pararse en las cuestas. Parece que en esta playa acampan: vimos vivacs de piedra. Dispone de un parking.


Piscina natural, El Remo
No es una piscina propiamente dicha, simplemente han hecho una escalera para bajar al mar. Los lugareños no aconsejan bañarse aquí con mar alta.
Al lado de la piscina hay una raja en la roca con cangrejos enormes. Por cierto, qué no se os ocurra cogerlos, están protegidos dentro de la Reserva de la Biosfera.

Playita, El Remo
Es una playa pequeñita y, por lo visto, sólo apta para el baño en verano. De todos modos, es un lugar con un encanto muy lugareño, para pasar la tarde o pasear al atardecer.

Charco Verde
Arena negra y una roca con una capilla en medio – es Charco Verde. Hay parking, zona recreativa con mesas, una pasarela. Mi momento favorito para pasar por el Charco Verde es al atardecer: un lugar muy solitario, aunque cerca de la civilización.


Prois Candelaria
Candelaria se transforma en playa de piedra cuando el océano lo permite. Cuando estuvimos nosotros, presenciamos la furia del mar intentando derrumbar las pequeñas casas de pescadores de Candelaria, silenciosas y sin vida, con la playa ahogada en las aguas violentas.
En la entrada del prois (un sitio donde los pescadores atan sus barcas) hay una pequeña piscina natural que, con mar tranquilo, parece un sitio idílico para pasar un rato.
La única pega es la carretera. Es bastante sinuosa y empinada. Para los que consiguen bajar, hay un parking al final. Desde aquí hay que seguir bajando andando.


Más sobre carreteras extremas de la Palma
Dicen que se puede dormir en la Candelaria, en la plaza Mayor, en una especie de cueva abierta. Nosotros, por frío y miedo al mar revuelto no lo hicimos.
Callejoncito
Otro poblado pesquero de temporada, con casitas escavadas en el paredón del acantilado. Playa de piedra, mar revuelto en diciembre, vistas salvajes, con la bruma del agua subiendo por los acantilados y envolviéndolos en la niebla.
Nosotros pensábamos que la bajada – que es subida a la vuelta – es considerable. Pero nos cruzamos con un paisano que hacía reforma en una de las casitas y bajaba con dos sacos de cemento de 25 kgs cada uno. Nos explicó, sonriendo, que la pendiente no era para tanto.


Playa Nogales
Según la opinión popular turística, es la playa más bonita de la Palma. Según la opinión local, es la playa más grande. Y según la opinión de los socorristas, una de las más peligrosas por los corrientes que empiezan a notarse a pocos metros de la orilla.
Playa de Nogales se ve perfectamente desde un amplio parking, pero no es tan fácil ni rápido llegar hasta ella. Hay que bajar un sinfín de escalones, superar una senda estrecha y, por fin, poner pie en la arena negra de los Nogales. Ah, eso si no os entretenéis y no os desviáis para ver una cueva con una piscina dentro, conectada subterráneamente con el océano.
Un detalle que hay que tener en cuenta es que el sol, sobre todo en invierno, desaparece muy pronto. Por eso, si la queréis ver bañada en la luz del sol, planificar bien vuestra ruta.
Por cierto, no sé si es muy seguro, pero vimos una pareja hacer vivac en la misma playa de Nogales, en un campamento de cinco mil estrellas.


Punta el Lajío (playa de arenas blancas), Malpaís
La playa de Arenas Blancas no tiene nada que ver con el nombre, son arenas negras, como en las demás playas de la Palma. Es una playa pequeña, normalita, no sería nada especial si no fuera por su ubicación.
Primero, está en el Malpaís, allí donde la lava tipo AA se encuentra con el mar. Y entre este campo de lava se encuentra la Calle Salemera, con casas bajas de pescadores. Y no hay nada más. La única carretera asfaltada llega hasta aquí y muere. Y lo único que se ve en los alrededores es el campo de lava.
Segunda peculiaridad, es la diversidad marina que se aprecia con bajamar en esta reserva marina. Al retroceder, el océano deja en la playa – mitad arena negra, mitad trozos de lava – unos charcos con seres vivos variados atrapados. Andar despacio y con mucho cuidado. En la playa hay un cartel que explica quiénes son los habitantes de esta reserva marina; también hay niños correteando emocionados entre las rocas que pueden enseñaros todos y cada uno de estos habitantes.


Punta del Azufre (playa de Azufre)
Si conseguís llegar hasta esta playa, veréis cómo de sobrevalorada es la playa de los Nogales. La playa de Azufre es igual de grande, con vistas más impresionantes, y con muchísima más tranquilidad.
Entonces, ¿por qué no es igual de famosa que la Playa de los Nogales?
Porque es de muy difícil acceso.
Primero, no sabes que hay playa detrás de un cráter semi-destruido. Segundo, no se ve el camino que, en teoría, te llevará a la playa. Tercero, no hay donde aparcar – hay que inventar un sitio. Cuarto, cuando empiezas a andar, no crees que puede haber playa entre este malpaís olvidado en medio de la nada.

¿Y por qué sigues, entonces?
Porque hay una senda trotada, así que la gente pasa por aquí. Y si pasa por aquí, hay algo interesante al final.
Siguiendo esta lógica, caminamos; cuando de repente la vimos. Vimos la playa de Azufre desde arriba: majestuosa, enorme, solitaria, con campos de lava llegando en algunos puntos hasta el agua. Nos quedamos admirándola. Pero, ¿Cómo se llega abajo? Aquí está el último problemilla: primero, hay que hacer un poco de vía ferrata bajando por una escalera de hierro, y luego, bordear la montaña por una senda estrecha al borde del precipicio. Todo el recorrido desde el coche podría llevar media hora tranquilamente.


Resumen
No pudimos visitar todas las calas, prois y playas de la Palma, así que, seguramente, nos dejamos muchos rincones sin descubrir. Si conocéis alguno que es un must, estaríamos encantados de conocerlo.
Aquí tenéis el mapa de las playas mencionadas.
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