Cuando vas a la montaña ¿qué experiencias esperas vivir? ¿La belleza infinita? ¿Hacer muchas fotos preciosas? ¿Silencio absoluto? ¿Desconexión del mundo real por falta de cobertura móvil y 3G? ¿Soledad? Yo cada vez más me fijo en las pequeñas historias que surgen entre las montañas y que me hacen pensar, comparar, hacer conclusiones, entender mejor al mundo y a la gente… Hoy sigo compartiendo mis experiencias personales vividas en Gredos: Parte II, una historia de seguridad en la montaña, y otra, de la responsabilidad con los animales salvajes…
Historia 5.
Responsabilidad y Seguridad en la montaña
Al superar la primera subida desde la Gran Laguna a las Cinco Lagunas, nos encontramos con un grupo de 4 chicas. Parecía que seguían la misma senda, pero en el primer cruce ellas giraron a la izquierda y nosotros, seguimos recto. Las chicas parecían desconcertadas y nos preguntaron si íbamos a las Cinco Lagunas. Contestamos que sí, y ellas, sin duda alguna, empezaron a seguirnos, seguramente pensando que éramos profesionales, con guía profesional (Miguel de Viaja por Libre con su mochila grande, ropa técnica y botas de alta montaña).
En este momento nos percatamos de la existencia de una chica más – La Mandona, como la bautizamos – que empezó a gritar que el camino correcto era por otro lado. Intentamos convencerles que el nuestro era más corto, pero casi acabamos convencidos por la Mandona. Así que, por seguridad propia, les dejamos hacer lo que les daba la gana y seguimos nuestra ruta inicial.
Desde el otro lado del valle, a media subida, nos dimos cuenta de que las chicas seguían un camino que las llevaba hacía los picos puntiagudos y si no bajaban ahora mismo, no tendrían escapatoria; en el momento que se darían cuenta de que no podían continuar, tendrían que dar la vuelta y volver hasta prácticamente dónde estaban. Queríamos avisarles, pero no hubo manera. Por culpa de la Mandona les tocaba sufrir.
Nos picaba la curiosidad: ¿Iban a darse cuenta y bajar? ¿Seguir? ¿Linchar a la Mandona? ¿Nos estaban viendo y según la ruta que tomábamos iban a modificar la suya? ¿Apostamos? Nosotros dijimos que seguían hasta que no podían más, y los demás apostaron por el sentido común y que bajarían… Un culebrón que seguíamos con mucho interés desde el otro lado del valle, mientras subíamos, hasta que las perdimos de vista. Ahora, lo único que podíamos hacer es llegar a las Cinco Lagunas y esperar a que aparecieran allí y si no, avisar al rescate… ¿Cuál es vuestra apuesta? ¿Qué pasó con las chicas?
La moraleja:
«No puedes obligar a la gente que te sigan» – las palabras literales de Miguel, con las que estamos de acuerdo al 100%. No puedes ir a la montaña sin GPS, mapa o previo conocimiento de la zona. No puedes ignorar lo que dicen tus compañeros. Si asumes el rol del líder, tienes que ser responsable.
Historia 6.
Bajo presión: las cabras toman el poder en Gredos
Llegamos a las Cinco Lagunas y los primeros en saludarnos fueron las cabras. Me sorprendió mucho lo cerca que se atrevían venir. Nos seguían, nos miraban fijamente, en cuanto nos despistábamos, intentaban meterse en nuestras mochilas, y el momento que empezamos a preparar la comida, de repente aparecieron familias enteras: mamás con sus crías de diferentes edades. Nos molaba, y aunque eran un poco pesadas, los mirábamos con sonrisa…
Hasta que inesperadamente llegaron los machos con cuernos impresionantes. Empezaron a rodearnos, olisqueando las bocatas… Ya no nos parecían tan graciosos, y la verdad, a mí y Vanesa nos dio mal rollo comer vigiladas por su mirada intensa.
Menos mal que llegó Javier y, sacando su lado más cabrero, estableció el orden. Un par de movimientos y palabras mágicas, y las cabras empezaron a huir en todas las direcciones…
La moraleja:
Otra vez funcionó el dicho “El tamaño no importa”; incluso los que tienen los cuernos más grandes, muchas veces, son muy asustadizos 😉
Ahora en serio: el echo de que las cabras salvajes se acerquen tanto a la gente no es nada gracioso, esto no debería suceder. Pero pasa por la culpa de la gente irresponsable que les da comida. Aprenden rápido y se acostumbran tanto al alimento fácil (y supongo, más rico para su gusto) que prefieren perseguir al humano y exigir el almuerzo que buscarlo por su cuenta. No es lo correcto, así que, por favor, NO DEIS DE COMER A LOS ANIMALES SALVAJES. Estaríais perturbando su vida normal.
Espero que os hayan gustado nuestras historias; estaríamos encantados de leer vuestras opiniones en los comentarios o nuestras redes sociales.
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