El Laberinto de la Pedriza siempre ha sido una de mis rutas soñadas de la Sierra de Guadarrama. Únicamente por su nombre quería hacerla. Y cuando me metí en Internet para buscar el track y encontré descripciones tan prometedores como «El Laberinto Descifrado», «La Enigma del Laberinto», «Perdidos en el Laberinto», no podía aplazar más la visita. Así que con las emociones divididas, entre la excitación e inquietud, un domingo por la mañana nos plantamos en el inicio de la ruta: parking de Canto Cochino.
Nuestra historia:
El Laberito de la Pedriza se ha transformado de mi ruta soñada en una de mis favoritas y que repetiría mañana mismo. Nuestro amigo hasta confesó que mereció la pena combatir la resaca:
«Tenía un presentimiento que si no la hacía, me iba a arrepentir toda mi vida…»
La parte «aburrida» del Laberinto de la Pedriza.
La primera parte es la famosa Autopista, por la que se llega al Refugio Giner. Si habéis hecho otras rutas por el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, seguramente conoceréis este camino, bien trotado por miles de pies.
¿Me tomo una cerveza o sigo?
Cruzamos el arroyo de La Majadilla, dejamos la refrescante sombra y salimos a un claro: a la izquierda, continúa la ruta, bajo el sol abrazador; a la derecha, el refugio, donde se puede pedir una Coca Cola o cervecita fría.
Una decisión muy dura… pero elegimos el sufrimiento y la búsqueda del Laberinto de la Pedriza.
La prueba: una dura ascensión por el camino arriesgado.
En el Tolmo bajamos por una senda casi invisible hasta un arroyo que cruzamos y seguimps por el camino poco frecuentado. No me di cuenta cuándo sucedió, pero la gente desapareció, ahora estábamos absolutamente solos, ni siquiera se escuchaban voces… Empezaba nuestro camino en solitario, hacía el Laberinto mágico.
Era bastante duro: los hitos nos vieron débiles y empezaron sus juegos raros escondiéndose en el momento cuando más los necesitábamos, y nos perdíamos cada dos por tres. Por una pronunciada pendiente, entre hojas de varias temporadas, ramas viejas traicioneras a las que no se puede agarrar, y muchas otras, ya en suelo, íbamos superando la prueba de persistencia para penetrar al Laberinto de la Pedriza.
El portal a la Tierra Perdida.
Un poco antes de llegar a las nubes, de repente apareció un portal… detrás del cual estaba el mundo vertical. Si eres capaz de treparlo y no te entra vértigo, tendrás una recompensa: llegarás a un paraje idílico que intentará hechizarte y convencer quedarte aquí para siempre, bajo la sombra de los árboles, en la hierba de seda… Hay que ser fuerte y huir de este escondite de las ninfas.
El Laberinto «más laberíntico».
Llegamos al laberinto auténtico, donde sólo hay una entrada y una salida correctos, los demás te llevarán a las cuevas y pasadizos que nunca hayan visto el sol y están hambrientos de calor y cariño… una vez te ven, jamás te soltarán… Hay que cuidar mucho el paso: ¿por arriba? ¿por abajo? ¿recto? ¿derecha? ¿Denys, dónde estás?
Déjà vu: la roca noruega Kjeragbolten en la Pedriza.
Después de una serie de pasadizos – diría subterráneos, pero la verdad es que eran «sub-rocosos» –encontramos un agujero lleno de luz, por el que subimos a la superficie: buitres estaban planeando muy abajo, sin miedo alguno, y se veían bosques lejanos a través de pequeñas aberturas entre pedruscos enormes. Dimos un paso más… y aparecimos en Noruega, justo debajo de la famosa roca Kjeragbolten. ¿Nos afectó demasiado la magia de este sitio?
Perdidos de verdad…
Decidimos no pasar bajo la piedra – por si acabábamos en otra dimensión – y nos metimos por un estrecho pasadizo… Los hitos desaparecían cuando les daba la gana, para en un rato aparecer por todos los lados… no sabíamos por dónde seguir… y fue cuando el GPS dejó de funcionar, la energía de las rocas le superó… Parecíamos moléculas metiéndonos por todos los agujeros, subiendo a todas las piedras, siguiendo desesperádamente cualquier hito que veíamos…
Y cuando pensábamos que estábamos a salvo…
Cuando por fin salimos de la ratonera, superando un tubo vertical dificilmente superable, pensamos que se acabó… El Laberinto de la Pedriza nos escupió donde le dio la gana y en el momento que quiso, y empezamos el camino de vuelta. Trotábamos felizmente por una senda clara cuesta abajo, cuando, de repente, nos encontramos con un paredón y un salto de más de 2 metros… Denys miró el GPS y por la expresión de su cara entendimos que estábamos muy fuera de la pista. Nos dimos la vuelta, miramos desesperados la bajada empinada que acabábamos de hacer corriendo, y comenzamos a volver por ella que, mágicamente, se convirtió en una subida empinada…
Por fin, en buen camino.
Después de una prueba de obesidad, ¡oímos las voces! ¡Hay gente! ¡Salvados! pero había un pequeño «pero»: los escuchábamos, pero NO los veíamos… ¡estaban detrás de un gran pedrusco! Un par de malabares y… subimos a él… ahora sólo nos separaba un saltito de 1,5 m de la senda buena. Denys se lanzó y espantó al primero del grupo. Seguramente la gente no entendió porque estábamos tan felices de verles. Ahora sí que ¡Salvados!
¿Se puede hacer autostop en la Pedriza?
Bajamos hasta el parking de Canto Cochino sin más aventuras… pero el coche lo teníamos en el parking de abajo, y el bus no llegaba hasta dentro de una hora… Ese día comprobamos que ¡Si! Se puede hacer autostop y rápido. La gente en la parada del bus (dispuesta a esperar 1 hora) flipó cuando se paró el primer coche con 1 plaza libre; y no lo podía creer cuando en 5 min. nos paró otro.
Probablemente estábamos medio camino a Madrid cuando ellos subían al bus…
Datos prácticos:
No veo necesario repetir todos los datos/consejos prácticos, ya que encontramos un blog estupendo donde consultar la ruta. El Laberinto de la Pedriza, descifrado paso a paso de Los K2 de las Kumbres. Os recomiendo, a parte de descargar el track, llevar la ruta impresa, y si es con fotos, mejor. Si no tenéis un GPS potente, os puede pasar lo mismo que a nosotros, que en el momento más necesitado, se pierda la señal.
Por si queréis seguir nuestros pasos (no muy recomendable, la verdad): Nuestro track El Laberinto. La Pedriza.
P.S. Qué no os asuste, Relatado en modo Calleja ON 😉
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