Setúbal
Entramos en Setúbal y justo aparcamos en frente de la oficina de turismo. A parte de daros información, tienen Internet gratis, tanto wifi como un ordenador, baños y están en un edificio curioso, Casa de Bahía, que de por si se merece una visita.
Aunque la ciudad tiene varios museos y puntos de interés determinados, lo que más me gustó es pasear por sus calles; en cada una descubríamos alguna sorpresa. Una, por ejemplo, estaba decorada con «techo» de redes pesqueras con peces y otras criaturas marinas hechas con punto. Incluso las vitrinas de las tiendas estaban decoradas con los mismos motivos.
En otra calle encontramos múltiples bares típicos y sus habitantes habituales con sus sillas que acababan de sacar de los portales de sus casas. Hablaban, fumaban, jugaban a cartas pidiendo copas de un licor que sólo ellos pueden aguantar, y el camarero, seguramente el hijo de alguno de ellos, les servía sus pequeños caprichos con una sonrisa llena de ternura.
En una mesa solitaria, en frente de la iglesia de Sta. María, estaban dos chicos jóvenes discutiendo en voz alta sobre la situación en Ucrania y dando la solución inmediata al conflicto.
La plaza Bocage es el sitio donde se juntan todos los turistas 😉 Es un punto de orientación: parar por un momento, ubicarse, admirar la belleza de la iglesia de S. Juliao, descansar en alguno de los bares con terrazas, y seguir explorando los rincones aún inexplorados.
Callejeando llegamos al mirador; decorado con azulejos de la zona, con sombra y con vistas al puerto y a la montaña de Arrábida en el horizonte… Al lado encontramos una tienda que tenía helados y pasamos un rato vago 😉
Antes de sentarnos a comer pasamos por el Mercado de Livramento (abierto hasta las 14.00, algunos días abre por las tardes). Todos los que están interesados en productos locales (fruta, verdura, quesos, pescado etc.) tienen que visitarlo. A parte de tener valor estético (decorado con el azulejo de la zona), las cosas están a muy buen precio y los vendedores están dispuestos a contaros su vida, charlar un rato, aconsejar… Nosotros compramos varios quesitos, aceitunas y en el coche teníamos un vino verde fresquito… así que nos aseguramos un aperitivo local rico-rico.
Yo diría que Setúbal es un destino donde se puede pasar tanto unas horas como varios días, dependiendo de prisas que lleváis y vuestro ritmo. No hay recomendaciones especiales para «que ver», el conjunto de «TODO» es lo que hace de Setúbal una parada curiosa.
Ahora lo prometido en el título: el sitio para comer barato se llama Solarzinho da Amélia, en la dirección: Rua Occidental de Mercado 81 u 83, al lado del bar de Caracoles, Costa Azul. No puedo decir que es lo mejor que he probado, pero por la relación precio/tamaño/calidad es recomendable. Las raciones son bastante grandes; comimos un plato + una sopa entre dos y salimos llenos.
Otra posibilidad de comer rico y… mucho: restaurante «Bombordo«, peixe assado, en 6 Rua Ocidental do Mercado, al lado de unos descampados donde podéis aparcar. La especialidad del sitio es barra libre de pescado: por 11€/persona tienes un menú en el que te traen unos 10 tipos de pescado a lo largo de la comida. La única pega es que no se puede compartir, así que no lo probamos, porque no tenemos tanta capacidad de estómagos. Sin embargo, tenía muuuuuuy buena pinta.
Parking: se puede aparcar gratis en los alrededores del mercado, en los descampados; o a lo largo de las calles R.Saúde, R.Doca Delpeut, Av. Jaime Rebelo.
Internet: Internet con ordenadores está en la Biblioteca municipal. En teoría hay que ser usuario de la misma para poder utilizar este servicio, pero a nosotros no nos pidieron nada. Es gratis.
Más cosas que ver en Setúbal: Bajar hasta el Molino de Mourisca, donde, a parte del molino, tienen un observatorio de aves y otros edificios de interés (de 10 a 18 aprox., según la temporada). También la Fortaleza de San Felipe. Y por último, se puede hacer una excursión a las playas de Setúbal, en Troia (en barco, 6€/Ida y Vuelta/persona). Sabemos que existen estas atracciones pero no las visitamos, así que no podemos daros experiencia personal.
Palmela
Visitar Palmela justo el día de la vendimia es presenciar un ambiente único, ver muchos productos locales y actividades tradicionales, pero creo que es NO ver el pueblo… 🙂 Como está todo decorado, con varios escenarios montados por todo el casco histórico y muchas, muchísimas, mesas largas para comer en compañía, no me hice ni la menor idea del pueblo: su arquitectura, distribución, museos, atracciones turísticas… Sin embargo, aprendí que sus habitantes son muy majos, que les gustan las mismas cosillas de feria que a la gente de Madrid, que respetan vinos de la zona, y siempre están listos para probarlos… una y otra vez. Todo el pueblo olía a barbacoa, vino y dulces; música distinta en cada escenario, promotores de todo a cada paso – en una palabra, fue muy fácil liarnos y pasar unas horas felices por sus calles.
Internet: tienen WiFi por todo el centro; gratis, abierto.
Si estáis por la zona, subid al castillo, que hoy en día es un parador, pero está abierto (de 8.00 a 20.00) a visitas (gratis). No se puede entrar en el castillo, pero sí subir a sus murallas para disfrutar de las vistas panorámicas de Palmela y los alrededores. Si lo podéis hacer al atardecer, vais a presenciar una puesta del sol impresionante, que sumerge todos los campos, mitad del castillo y el pueblo entero en sus rayos dorados.
Parking gratis: Subir hasta el castillo y aparcar en la puerta. Para aparcar en el pueblo, ir por la carretera que lo rodea y seguro que encontraréis sitio.
Ubicación: los dos pueblos están a unos 30-40 min. de Lisboa en coche. Es posible llegar por carreteras gratuitas.
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