El VICIO de la montaña – es cuando te da igual qué ruta hacer, donde ir, por dónde seguir – lo único que importa es que…
… estás en la montaña y te sientes feliz
Cuando nos iniciamos en el mundo de la montaña, siempre elegíamos bien qué ruta íbamos a hacer, si merecía la pena, si era bonita, qué decía la gente, fotos, opiniones… y ahora cuando vamos por la carretera y vemos un paisaje que nos atrae, aparcamos el coche en una cuneta y tiramos para arriba… no sé porque, pero siempre acabos subiendo, salvando desniveles brutales. ¿No sabemos andar en recto?
Esta vez no fue distinta: después de recoger setas, íbamos por una carretera y … nos dio por parar y hacer una ruta. Dejamos el coche, despertamos a la hermana de Denys durmiendo atrás y a subir el monte que se veía delante.
Al principio seguíamos la ruta, marcada con círculos rojos, pero casi enseguida nos desviamos y fuimos bosque a través. Y es lo que te encuentras cuando sales de caminos habituales:
¿Qué podría haber pasado aquí? ¿De dónde cayó el coche? que no se ve ninguna carretera cerca. ¿Hace cuánto pasó? ¿Hubo heridos? Parece que el coche fue abierto para sacar a alguien/algo, espero que no fue nada grave. Fotografiamos la matrícula con la idea de encontrar información, pero de momento nada. Por si queréis participar, aquí la matrícula:
Seguimos subiendo y al principio parece que sí que hay un caminito, pero de repente desaparece y ¿por dónde ir si no hay camino? Abriendo el tuyo propio, pero siempre con mucho cuidado e intentando no molestar las plantas. Así lo hicimos y si en algún momento molestábamos, nos enterábamos enseguida: ¡cómo pican!
La hermana de Denys no está muy acostumbrada a la montaña y está cansada. Le seguimos repitiendo: ¡tira, que ya no queda nada! Bueno, lo dice Denys, porque yo no sé mentir 😉
¡Por fin arriba! Y como en la mayoría de los casos, la única compensación por haber sufrido tanto en la ascensión, son las vistas. ¡Pero qué vistas!
¡Estoy feliz! Todos estamos felices, cada uno a su manera.
En la montaña, por más pequeña que sea, la ascensión es un 40% y un 60% es la bajada; la mayoría de los accidentes pasan al bajar. Ya estás cansado, más distraído por el logro de haber subido el pico, pensando en tu éxito y no prestas tanta atención a los posibles peligros en la bajada. En nuestro caso eran pocos: ¿por dónde bajamos? 😉
Denys toma el mando y pensando que somos todoterrenos en vez de chicas frágiles, nos baja por el bosque otoñal, muy bonito, pero infranqueable, que no había visto a una persona en los últimos 10 años… Árboles, hojas, piedras, piedras disfrazadas de hojas, ramas que quieren tocar tus ojos, tus brazos, tus piernas, piedras que se van… peligros por todos lados, pero poco a poco los vamos esquivando y en media hora ya sabemos donde estamos 😉
Habrá que practicar una técnica más – bajar por un pedregal sin romperte nada – y en casa. La hermana de Denys se mete primera en el coche y en 5 minutos se haya dormido! ¡Pobre! La hemos cansado. Pero lo bueno de este cansancio es que es un cansancio saludable y va a dormir fenomenal esta noche!
No hicimos hoy una gran ruta, ni subimos un gran pico, ni demostramos una habilidad técnica excepcional… pero disfrutamos a tope en esta salida improvisada y es porque tenemos este vicio –
vicio de la montaña
¿Quién más se une a nuestro club?
AVISO IMPORTANTE: aunque queráis hacer una ruta improvisada, siempre hay que conocer la zona e ir preparado. Nosotros llevábamos el mapa de la zona, aunque no la consultamos porque no había necesidad, la teníamos ante cualquier imprevisto. También llevamos un «kit de montaña», tipo agua, ropa caliente, calzado adecuado etc.
Las rutas improvisadas tienen que ser seguras
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