Un típico día de playa: sombrillas que llegan hasta el agua, niños jugando en la arena y los más atrevidos intentando parar las olas en su frenética carrera hacía la ría Herrera. La playa de Galizano – un escondite entre altos acantilados cántabros – es el destino de familias con niños pequeños, parejas enamoradas y lugareños que vuelven todos los años. La ría Herrera desemboca en el Océano Atlántico dejando una huella-serpiente atravesar la arena: allí, en sus calientes aguas, juegan los más pequeños, vigilados por sus padres relajados; saben que están a salvo, lejos de las olas enfurecidas cántabras.


Los que buscan intimidad, se esconden en las cavidades laberínticas de los acantilados: una cueva = un puesto privado.
Cada momento la marea alta está más cerca reconquistando cada vez más playa y espantando las primeras líneas de sombrillas.

Los más valientes están disputando su derecho a su cacho de tierra con la marea, y los más vagos, peleándose su turno en la cola del chiringuito… o al revés…

Y nosotros…
Ruta de la Cueva Cucabrera
…Nosotros buscando el inicio de la ruta de la Cueva Cucabrera. Sol abrasador, temperaturas infernales, una playita muy tentadora, pero nosotros empeñados en hacer senderismo… Un último esfuerzo por parte de la playa de Galizano de detenernos en sus fresquitas aguas de la ría… pero en este preciso momento Denys descubrió el comienzo de la ruta: sobre una de las cuevas hay una especie de peldaños que llevan arriba, atravesando los arbustos, para salir a una pista de tierra. Giramos a la izquierda y casi nos desmayamos del calor que hace.

Por suerte, delante está el túnel de sombra donde descansamos un rato y decidimos qué hacer. En principio íbamos a hacer una ruta circular de unos 16 kms, pero el sentido común prevaleció y al final solamente dimos un paseo hasta la Cueva Cucabrera por el camino corto (unos 2 kms ida + 2 kms vuelta).

Después del túnel de árboles seguimos recto; poco a poco se están abriendo las vistas impresionantes de la costa cántabra: playas, calas, acantilados y el mar movido… Azul, amarillo, verde y blanco de la espuma de las olas – mucho contraste y mucha inspiración para hacer fotos.
En pocos minutos llegamos al punto desde donde se ve la entrada a la cueva: una senda muy estrecha baja hasta ella entre verdes hierbas.

La Cueva que encontramos es un tanto… rara… un icono, varias mesas, aberturas en el techo, túneles que se estrechan a medida que se adentran en la roca, y mucha caca de cabra, en todos los rincones: sobre las mesas, debajo de ellas, en cada centímetro de la cueva, adentrándose en los túneles, y cubriendo cada repecho. ¿Algún ritual raro de las cabras cántabras?





A la vuelta hay varias opciones de las que podéis elegir:
Opción 1. Disfrutar de picknick en las mesas al lado de la cueva con vistas bonitas sobre las olas rompiéndose en los acantilados verticales.

Opción 2. Continuar la ruta adentrándose en el bosque y siguiendo las flechas. Un día menos caluroso seguramente sería nuestra elección.
Opción 3. Volver por el mismo camino que hemos venido, bajar a la playa de Galizano y refrescarse en las aguas fresquitas. Como entenderéis, ésta última es la que más nos llamó la atención.

Datos prácticos:
Parking: parking de la playa de Galizano.
Inicio de la ruta corta (lineal, la descrita en este post): Playa de Galizano.
Ruta circular: aquí tenéis el track de Wikiloc.
Terreno: sin sombra, pista de tierra ancha, sin agua. Se puede comprar agua en el chiringuito de la playa.


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