«¿Qué si volvería a hacerla por 11ª vez? Claro que si!!

Laura Castro

Que la cueva es alucinante, muy bonita, flipante etc. – lo podéis leer en cualquier guía y será ¡verdad! Pero ¿qué se siente antes de entrar? ¿Cuál es el momento más difícil, más terrorífico; de qué hablas dentro de la cueva, en qué piensas….?
“Estoy cagado” “Frío, oscuridad, peligro” pero “Que me impresionará”. Estos son los pensamientos secretos de mis compis antes de entrar. Yo, personalmente, intentaba no pensar… porque si de vez en cuando saltaban imágenes desde mi subconsciente, eran de este tipo:

Si, soy muy de los cuentos e historias de magos.

Entramos por la turística, espantando a los turistas con nuestras pintas y crujido de arnes. Los abuelitos nos dejaban pasar y señoritas seguían con brillo en los ojos nuestros chicos guapos en trajes ajustados de neopreno. Mmmm …
Dentro de poco pasamos la señal: PROHIBIDO ENTRAR. PELIGRO – y tan contentos nos dirigimos al Inframundo.


Aquí “encendemos nuestros frontales y el ruido del agua no nos deja oírnos…”. ¡La potencia del agua! ¡La oscuridad! ¡La fuerza de la roca! Te hace sentir muy pequeña, muy vulnerable… pero solo por unos instantes. Enseguida el hechizo de la cueva te cautiva y se lleva tus miedos por el caudal del río. Lo que te da a cambio es cara fascinada con ojos muy grandes y llenos de admiración: Qué grande es Naturaleza!!! Como ha podido crear todo esto!!!

Supongo es este el momento favorito de Laura, que dice: “El momento más bonito fue ver las caras de expectación de la gente que nunca había entrado”.


Entre sala y sala, paredes colosales, agua cristalina nos acercamos al rapel – el momento que algunos pasamos un poco mal – “Un poco de vértigo o nervios te da cuando te acercas a la reunión … y relax cuando empiezas a bajar”. Bajas hasta el fondo y la cueva te seduce con otra curva, otro tobogán, otro rapel …

Y otro rapel – de 30 metros!!! Dentro de la cascada!!! “Dios mío, espero no caerme” – la fuerza bruta del río te pone a prueba durante todo el descenso pero en el momento que llegas al fondo – eres quien tiene fuerza – una fuerza increíble de haberlo superado!!!


Superada la altura, superada la fuerza del río, superada la claustrofobia de algunos pasos – nos queda una prueba más: superar el sifón. Cada uno teníamos nuestros prejuicios: si se me acaba el aire, si no lo podré hacer, si me quedo allí para siempre…. Cada uno con su miedo de compañero hacemos este paso bajo el agua y una vez al otro lado – nos sentimos aún más fuertes!


La sala de la playa tenía todas las características de una sala de la última prueba donde el héroe tiene que hacer algo muy importante. De su éxito depende si él y sus compañeros salen todos sanos y salvos o se quedarán para siempre sirviendo al Señor de la Cueva.

Llegamos a la orilla de un lago subterráneo al otro lado del cual se apreciaba una escalera colgada que conducía a un agujero … quería decir negro, agujero negro, pero en realidad era marrón, de una roca totalmente distinta a la que habíamos visto hasta ahora.

Si, es la temida M – la prueba final, antes de salir a la luz de día.

Cuando por fin sales y el Sol te da la bienvenida, “no hay palabras para poder describirlo”. Cuando ya te calmas un poco las emociones y escondes las lagrimas, piensas “!Qué pasada de lugar acabo de recorrer!”


Una vez fuera, el hechizo de la cueva empieza a perder fuerza y te devuelve la capacidad de razonar. Te das cuenta de todo lo que hayas hecho, de todos los rapeles que hayas bajado/montado/recuperado, de todos los esfuerzos y entiendes que eres fuerte y aún más fuerte si a tu lado están tus compañeros.

Por cierto, aparte de todas las dificultades, sustos, impresiones, también tuvimos unos cuantos momentos graciosos:

– Pablo: “Mira, tú tienes que abrir este paso. Mira, allí está el sifón, metes primero las piernas y cuando llegues al otro lado, pasas…”
¿Quién sabe qué paso?
– ¿Cuál era la palabra más repetida en la cueva? Mira la foto abajo

Si queréis información de la visita turística, la podéis encontrar aquí: Sin Parar de Viajar en las cuevas del Valporquero.